Adiós al culto de la imagen perfecta
Vivimos en una sociedad donde algunos de nosotros elegimos seguir ciertas reglas establecidas por valores externos y los medios de publicidad. De esta manera, vivimos ilusionados por alcanzar la perfección corporal.
El eterno anhelo de ser flaca o flaco. El culto de la delgadez empieza, en algunos casos, en la infancia y muy pocas veces alcanza el punto final. Son patrones de comportamiento que nos conducen a vivir en sufrimiento sin respetar nuestro cuerpo, y menos aún, nuestros sentimientos.
No es fácil ser flaca o flaco. No es fácil porque nos arraigamos a seguir valores externos que interfieren con nuestra herencia genética que marca un destino imposible de desviar. Los valores externos son todas aquellas circunstancias por las cuales elegimos bajar de peso y no están relacionadas con nuestros valores internos como nuestra salud corporal y cuidado psíquico. Algunos pensamientos que reflejan valores externos son: “quiero bajar de peso para parecerme a...” “lucir bien para mi esposo/a, novio/a.” O la frase más dolorosa: “quiero bajar de peso para encontrar a alguien y poder tener una relación.”
El respetar nuestro cuerpo, no significa ponerlo en agonía calórica. Respetar nuestro cuerpo significa darle la importancia que se merece teniendo en cuenta nuestros genes ancestrales. La genética es la protagonista más importante en nuestra anatomía.
El primer paso para empezar a respetar nuestro cuerpo es la aceptación: aceptarnos como realmente somos. La aceptación comienza cuando nos sinceramos con nosotros mismos. Este es un punto crítico, ya que el aceptarse a uno mismo no se lleva a cabo de un día para el otro, especialmente cuando hemos vivido sin aceptarnos o autocriticándonos. La aceptación no es una autorización ajena. Aceptación es valorarse a uno mismo sin prestar atención a códigos sociales que contribuyen al estrés y sufrimiento. Aceptarnos sin tener que pedir permiso a nadie. Aceptarnos porque nosotros somos los únicos protagonistas de esta única vida que nos toca vivir. Nosotros, no los demás.
Nuestro cuerpo es una arquitectura específica imposible de compararse con cualquier otra
Constantemente nos estamos hablando negativamente, con autoridad. Creamos expectativas difíciles e inalcanzables, y continuamos cayendo en ese pozo profundo del que no sabemos cómo salir a flote. Vivimos comparándonos con los demás, y procesamos todos nuestros pensamientos basados en esa comparación. Nosotros mismos nos autosaboteamos.
Cuántas veces nos pasa que vemos modelos fotografiados con unos pantalones que están de última moda. Al ver esa fotografía, nos vemos proyectados usando esos mismos pantalones. Vamos a la tienda, luego al probador, nos medimos los pantalones y caemos en la triste realidad: los pantalones no nos calzan como a los modelos porque no tenemos ese mismo cuerpo. Duele. En ese mismo instante, en el probador, nos sentimos furiosos, deprimidos y frustrados. De esta manera nos auto dañamos. Fuimos a la tienda con una ilusión que es totalmente distinta a nuestra realidad.
Dejar de vivir en piloto automático
Vivimos constantemente en piloto automático, tenemos una rutina específica que cumplimos estrictamente todos los días de nuestras vidas. Cuando llega la hora de comer, comemos lo que encontramos, o pasamos por el drive-through, ordenamos por teléfono, o sacamos la comida preparada del refrigerador. Así y en otras instancias, no dedicamos el tiempo que nuestro cuerpo necesita, porque el tiempo fue ocupado en otras actividades o responsabilidades. El tiempo libre es invalorable, y al no llenarlo con otras actividades, nos da la oportunidad de aprender a escuchar lo que nuestro cuerpo necesita.
A nuestro cuerpo hay que quererlo, nutrirlo, dedicarle tiempo y cuidarlo
En la siguiente tabla, encontramos ejemplos de cómo realizar cambios. Éstos son únicamente ejemplos, y podemos adaptarlos a nuestra propia rutina. Si estamos contentos con la rutina que tenemos, no hace falta cambiar nada. Al darnos la oportunidad de explorar, podemos identificar qué es lo que nos hace sentir bien:
VIDA COTIDIANA |
EXPLORAR NUEVAS OPORTUNIDADES |
Me voy a dormir a las 11:30 pm |
Me voy a dormir a las 10:00 pm |
Me levanto a las 6:00 am porque voy a trabajar a las 7:00 am |
Me levanto a las 5:45 y dedico 15 minutos para tomar el desayuno |
Como algo ligero al mediodía |
Dedico 30 minutos para nutrir mi cuerpo |
Mastico rápido |
Mastico un mínimo de 15 veces porque quiero saborear mi comida |
Pasaron 6 horas y estoy con mucho apetito |
Me llevo unas nueces o unas barritas de proteína como snack |
No tuve tiempo de hacer ejercicio |
Camino 30 minutos cuando llego a casa |
La cena es abundante |
La cena es más liviana porque directamente nos vamos a dormir |
Tengo mucho estrés |
Dedico 10 minutos para relajarme, meditando o escuchando música de relajación |
NO TENGO TIEMPO PARA HACER CAMBIOS |
Elegir 1 cambio y trabajar en lo que nos hace sentir bien |
Los cambios no pueden realizarse todos al mismo tiempo. El hecho de que nos demos cuenta que podríamos explorar en hacer algo distinto, ya es cambio.
Con tiempo y paciencia, todo es posible. ¿Cuál es el apuro? ¤
Sopa de calabaza - 4 porciones
Ingredientes:
1 calabaza, tamaño mediano
1 cebolla mediana
2 cucharadas de manteca
1/2 cucharadita de nuez moscada (nutmeg)
1/2 cucharadita de tomillo (tyme)
2 dientes de ajo
1 zanahoria chica
1 lata de caldo de gallina, bajo en sodio (chicken broth)
Instrucciones:
Pelar y cortar la calabaza y zanahoria en pedazos pequeños (como de 1 pulgada).
Cortar los dientes de ajo por la mitad
Cortar la cebolla en pedazos bien chicos.
En una olla, hacer sofrito la cebolla con la manteca. No dejar quemar ni dorar la cebolla.
Cuando la cebolla está blanda y queda un poco transparente, agregar la lata de caldo de gallina.
Luego agregar la calabaza, la zanahoria, el tomillo, la nuez moscada y los dientes de ajo.
Cocinar de 5 a 10 minutos. Con un tenedor, probar si los pedazos de calabazas y zanahorias están bien cocinados.
Una vez que está cocinado, poner todo en la licuadora y licuarlo hasta que esté bien líquido.
Servir en un bowl. ¤