Divulgación de las ideas de los libres pensadores y de los derechos del hombre y del ciudadano

Francisco de MirandaLa divulgación de las ideas de los librepensadores y de los derechos del hombre y del ciudadano fue obra de varios americanos. Así, el colombiano Antonio Nariño (1765- 1823) publicó aquellos derechos en 1794 en su imprenta de Bogotá. Este texto circuló por el Perú, México, Ecuador y Venezuela. Esto motivó la publicación de un bando del capitán general de Caracas del 1º de marzo de 1794 por el cual se ordenaba el secuestro de los ejemplares impresos calificados de pasquín sedicioso.
Podemos nombrar también a Mariano Moreno (1787-1811) que tradujo el Contrato Social de Rousseau; a Francisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo (1747-1795) divulgador también de la versión española de los Derechos del Hombre; y al mexicano Fray Servando Teresa de Mier (1763-1827). Este infatigable clérigo, a quien el arzobispo de México excomulgó y encarceló por considerar impías las manifestaciones hechas en un sermón en 1794, consiguió de Roma el nombramiento de protonotario apostólico y su ejemplo influyó decididamente en la actitud de los eclesiásticos de su patria, quienes, seguidos por la población india, combatieron por el reconocimiento de sus derechos naturales y contribuyeron de manera destacada a la obtención de la emancipación nacional.
Cabe agregar a Manuel Belgrano (1770-1820), quien al regreso a su patria en 1794 se declaró complacido de haber podido observar en ese período el cambio de conducta que por influencia de los revolucionarios franceses se había producido en distintos sectores de la península Española, sobre todo entre los hombres de letras por él frecuentados.
Pero el precursor por excelencia de la Independencia Hispanoamericana sin lugar a dudas fue el general venezolano Francisco de Miranda (1750-1816).
Miranda hizo sus primeras armas en España y tomó parte en la invasión a Argelia en 1794. Ya con el grado de capitán se incorporó a las fuerzas expedicionarias que en la campaña del Mississippi auxilió a los revolucionarios estadounidenses frente a los ingleses.
Separado más tarde del ejército, mantuvo sus lazos de amistad con algunos representantes de la dinastía española. En realidad ya pensaba Miranda en un plan para independizar a los pueblos de América y sus viajes por Europa y los Estados Unidos sirvieron precisamente para tejer la tela de la emancipación.
Desde la emperatriz Catalina II de Rusia hasta el presidente de los Estados Unidos George Washington, pasando por el ministro Pitt y por Napoleón, todos los de la época conocieron sus elucubraciones políticas.
Ahora bien, si en lo personal lo acompañó la suerte, no ocurrió lo mismo con sus afanes de guerrero y estadista.
Se produce entonces la Revolución Francesa. Hombre inquieto y con su experiencia, acudió en auxilio de Francia cuando la revolución peligraba en 1792. Nombrado mariscal de campo y segundo jefe del ejército del general Dumouries, participó en varios combates. Pero acusado su jefe y condenado por traición, a pesar de su intachable foja de servicios, fue también sometido a juicio y resultó injustificada víctima de ese nebuloso período histórico. Pasó 18 meses en prisión. Permaneció luego en Francia hasta 1797 y tuvo ocasión de presentar a sus primeros protectores Petion y Brissot un buen concebido plan de conquista e independencia de las colonias españolas de América.
Con la mente siempre fija en esas ideas, procuró no romper vínculos contraídos con los políticos ingleses, como el ministro Pitt, a quien ya en 1790 había expuesto sus proyectos.
En esos proyectos que debían ser apoyados por el gobierno de Saint James a cambio de ciertas ventajas comerciales y marítimas, Miranda sugería la proclamación como jefe del Estado a un Inca, quien gobernaría asistido por un Parlamento a la manera inglesa.
Se le atribuye la fundación en la capital inglesa de varias sociedades emancipadoras secretas, como la Gran Reunión Americana de la cual derivó nuestra Logia Lautaro.
Los planes revolucionarios recibieron ayuda inglesa cuando el desarrollo de la política mundial favorecía las operaciones del ministro Pitt. Gracias a ello emprendió la primera empresa de desembarco en Venezuela en 1806, que resultó un fracaso.
Pronto entró en relación con Tomás Alejandro Cochrane.
A partir de allí Inglaterra no lo tuvo más en cuenta después de alcanzar la victoria de Trafalgar (1805) con la que se aseguró la preponderancia en los mares que hasta entonces había podido defender la flota española contra los piratas.
En 1810 Miranda acometió en Coro, con cierto éxito, su segunda tentativa de liberación venezolana. Lo acompañaba el futuro libertador Simón Bolívar, con quien luego habría de enemistarse y su resultado final fue nuevamente adverso, pues condujo en 1812 a la derrota y capitulación de los patriotas en San Mateo. Apresado, las autoridades españolas lo enviaron preso a Cádiz donde el valeroso precursor, injustamente olvidado, falleció cuatro años después en un calabozo de la prisión de La Carraca. ©

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