Aquellos genios estrafalarios con instrumentos raros
Les Luthiers han sido siempre “bichos raros” dentro de la música argentina. Imposibles de encasillar, han traspasado fronteras ideológicas, culturales, generacionales, e inclusive geográficas. Los Luthiers son argentinos, pero son también del resto del mundo. El humor, absurdo a veces y lleno de doble sentido, cautivó siempre al público local, pero también al latinoamericano y europeo. Su música, ni hablar. Porque si lo que uno busca es, para ponerlo en términos criollos y directos, cagarse de risa, ahí están sus composiciones alrededor de la obra de Johann Sebastian Mastropiero, el músico ficcional que ocupa un lugar central en las composiciones del grupo, supuesto autor de la “Chacarera del Ácido Lisérgico” y de “El Zar y un puñado de aristócratas rusos huyen de los revolucionarios en un precario trineo desafiando el viento, la nieve y el acecho de los lobos”. O aquel monje capuchino, Guido Aglialtri, que en medio de una lucha interna entre sus pensamientos eróticos y su necesidad de castidad, compone una obra gregoriana para brindar educación sexual a los jóvenes.
Sin embargo, el humor de Les Luthiers era parte esencial de la música, y la música que componían era verdaderamente brillante. Maestros de los instrumentos que -como el nombre del grupo bien lo indica- ellos mismos diseñaban y fabricaban, poseían un talento musical que los equiparaba a los grandes artistas de la música clásica local. Detrás de esa estampa acartonada que impostaban, se escondía un desparpajo estrafalario que fue su marca registrada. Entre risas y monólogos absurdos, chacareras y cantatas barrocas, Les Luthiers construía una obra única que llegó a fascinar al público argentino, primero, y al de muchos otros países, después. Hoy podemos decir sin temor a equivocarnos, que no muchos otros músicos argentinos alcanzaron el vuelo musical de estos seis locos geniales.
Se constituye un grupo de instrumentos informales
Habrá que remontarse a una gacetilla distribuida en 1967 entre varios medios de comunicación porteños para referirse a los comienzos del grupo. En ella anunciaban “Acaba de constituirse en Buenos Aires el conjunto de instrumentos informales Les Luthiers”. Este sexteto de weirdos compuesto originalmente por Gerardo Masana, Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y Jorge Maronna, a los que poco después se les sumaron Carlos Núñez Cortés y Carlos López Puccio, construían y ejecutaban instrumentos de viento como el Tubófono silicónico, el Yerbamatófono, o el Gom-horn a pistones; de cuerda como el Violín de lata de jamón cocido, o la guitarra dulce (construida con las viejas latas de dulce de batata); y de percusión como el Omni (Objeto Musical No Identificado) o el Dactilófono (construido con una máquina de escribir tipo Olivetti)
A través de más de medio siglo, Les Luthiers dejaron obras como Sonamos, pese a todo (1971), Cantata laxatón (1972), Mastropiero que nunca (1979), Muchas gracias de nada (1980), y Cardoso en Gulevandia (1991), entre muchas otras.
Luego del alejamiento de Nuñez Cortéz en 2017 y los fallecimientos de Gerardo Masana (1973), Daniel Rabinovich (2015) y Marcos Mundstock (2020), solo dos de aquellos integrantes originales, Carlos López Puccio y Jorge Maronna, continúan activos con el grupo, al que hoy se le suman Roberto Antier y Tomás Mayer-Wolf (piano). Horacio Turano (saxo) y Martín O'Connor (voz).
Monólogo mal puntuado
Rabinovich:La siguiente obra del presente recital
ilustra un período poco conocido de la juventud
de Johann Sebastian Mastropiero.
Todo empezó cuando un conocido crítico se resfrió...
se refirió, se refirió a Mastropiero, con esto termino...
con estos términos... con estos términos... claro, le falta el..
términos... no le han puesto el... arriba de la "t", no tiene el..
la diéresis, no le han puesto la diéresis,
es un error de lipotimia...
Mastropiero se ha creado fama de artista espiritual,
pero come todo... pero come de todo... pero con métodos..
con métodos pocos... claro... claros... con métodos poco claros
podríamos llegar a admirarlo siempre,
y cuándo tomaremos?...
siempre y cuando tomáramos en cuenta su tenaza...
su tenaz ambición, son dos palabras: "tenaza".
."ambición".
En los más "prestrigriosos" foros internaciona...
en los más prestigriosos foros, prestigriosos foros inter.,
en los prestri, en los más prestrigri, prestigri, prestrigri..
en los más famosos foros internacionales... en que estuve excitado..
en que estuve he citado, muchas veces, ¿eh?..
muchas veces he citado el fracaso de su operación.
el fracaso de su ópera "Sión y el judío era antes"..
"Sión y el judío errante",
que se basaba en una vieja leyendo ebria...
una vieja leyenda hebrea... me di cuenta enseguida..
no podía ser... Siempre dije: ¡qué dicha!..
que dicha ópera no describe con acierto los sexos, dos..
los dos sexos... los éxodos del dicho pueblo,
y por eso Mastropiero soportó, ha batido un huevo..
soportó abatido un nuevo fracaso.
Por esos días Mastropiero enfrentó grandes problemas,
chocó con la bici... con las vicisitudes más adversas,
¿qué le tocaron?... que le tocaron en suerte...
vivía acostado por las dudas... vivía acosado por las deudas..
por esos tiempos conoció a los condes de Freistadt,
y cuando ya no podía más sacudió a la condesa..
acudió a la condesa, que era la persona... ¿y doña?..
que era la persona idónea... la condesa se apiadó de él
y le acostó un viejo... le costeó un viaje a Nueva York.
Allí Mastropiero compuso la pieza que escucharemos a continuación:
su célebre "Lazy Daisy". Aquí termina la anécdota, pero él te mató...
da vía, da... ¡pará!... más... pero el tema todavía da para más...
Esto es, ¿todo? ¿todo?... esto es: todo, todo esto, esto es, todo es,
todo esto, esto todo esto, ¿qué es esto? ¿qué es esto?
este esto es toso, toso, ese soto es eso, ese seso es soto,
todo soso, este ese te, ese totó, o se destetó todo teté,
totó, totó, ese.... ¡ah!... ¡esto es todo! ¤