Desde aquel día en que Herodes ordenó matar a todos los niños, con la esperanza de acabar con la vida del Redentor, que supo había llegado, los niños fueron y son en un pequeño porcentaje, productos y receptores del amor, mientras que el resto son solo objetos venidos a este mundo con irresponsabilidad y desidia.
En el año 1789, la humanidad comenzó a encaminarse hacia la justicia social. Luego de la Toma de la Bastilla, ocurrida el 14 de julio de 1789, -inicio de la Revolución Francesa-, la Asamblea de ese país elaboró y proclamó el día 26 del mismo mes, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyo Art. 1 dice "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos; las distinciones sociales no pueden basarse más que en la utilidad común.”
El 11 de diciembre de 1946 la ONU creó la UNICEF, Fondo Internacional de las Naciones Unidas para la Ayuda a la Infancia.
El 7 de agosto de 1954 la Unión Internacional para la protección a la infancia pidió a UNICEF, que las Naciones Unidas instituyeran esta fecha como día del Niño.
Luego por tradición se celebra cada primer domingo de agosto.
El 20 de noviembre de 1959, la Asamblea de las Naciones Unidas, aprobó la Declaración de los Derechos del Niño. Esta recoge el espíritu de otra anterior; la Declaración de Ginebra de 1924. Son diez principios, de los cuales sólo recordaremos dos, el 2º y el 9º.
Principio 2º: El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad.
Principio 9º: El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata. No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral.
Personas de nobles sentimientos han creado instituciones civiles de ayuda a la niñez necesitada. En vísperas de elecciones, en cualquier país del mundo, los candidatos siempre aparecen en fotografías y cámaras de TV. con algún niño en brazos. En pocas palabras, todos los países elaboran propuestas, sancionan leyes, dictan decretos, emiten disposiciones y ordenanzas, todas, en favor de la niñez.
Pero a pesar de todo esto y algo más, si nos asomamos profundamente a los riñones de los pueblos, nos resultaría incomprensible la cantidad de toneladas de papel usados en la impresión de enunciados que han quedado sólo en eso, enunciados. Tan incomprensible como el hecho de que un deportista cualquiera, y hay muchos, gane en un mes una cantidad de dinero, con la cual podrían comer miles de niños que HOY mismo están muriendo por hambre.
Hay niños que escarban en basurales, buscando algo que comer. Niños que van y mueren en guerras. Niños que en vez de jugar o ir a estudiar, son obligados a trabajar
ya sea en el campo o la ciudad. Niños que son robados para traficar con sus órganos, para prostituirlos o venderlos. Vientres que se alquilan, para gestar niños que tendrán
"padres o madres" desviados sexuales.
-¿Podemos celebrar o festejar el día del Niño? Sólo abracemos fuerte a nuestro hijo y asumamos la total responsabilidad de padre y comprometiéndonos a luchar contra Herodes, ese Herodes que aún anda suelto. El Herodes hipócrita que no le importa nada de los niños que mueran, mientras él sigue despilfarrando dinero envenenando
la atmósfera, eliminando bosques, contaminando mares. No podremos festejar el Día del Niño mientras haya un niño que sufra por la injusticia de los hombres.
A esta hora exactamente hay un niño en la calle.
Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por la calle.
Evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate
poniéndole una estrella en el sitio del hambre.
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
ensayar en la tierra la alegría y el canto.
Porque de nada valen, si hay un niño en la calle.
“Canción para un niño en la calle”
de Armando Tejada Gómez. Ø