El nacimiento de la leyenda
Juan Bautista Cabral (Saladas, Corrientes, ca. 1789 – San Lorenzo, 3 de febrero de 1813) fue un soldado afroargentino del Regimiento de Granaderos a Caballo, quien sacrificó su vida en el Combate de San Lorenzo al socorrer al entonces coronel José de San Martín, atrapado bajo su caballo derribado por el fuego enemigo. Esta heroica acción en el bautismo de fuego de las fuerzas argentinas ocupa un lugar destacado en la iconografía patriótica, asegurándole una fama duradera.
Se sabe poco de la vida de Cabral. Era correntino, probablemente de la localidad que hoy lleva su nombre en el municipio de Saladas, e hijo de José Jacinto Cabral, un guaraní, y Carmen Robledo, una esclava de origen africano, ambos al servicio del estanciero Luis Cabral. A los 23 años se unió al ejército, reclutado por el gobernador de Corrientes, Toribio de Luzuriaga.
Enviado a Buenos Aires, se incorporó en 1812 al segundo escuadrón de los recién creados Granaderos a Caballo. Según Pastor Obligado, su diligencia y capacidad de mando le valieron el grado de cabo en diciembre de ese año y de sargento al siguiente. No obstante, Bartolomé Mitre, en su monumental Historia de San Martín y de la Emancipación Americana, lo sitúa como soldado raso al momento del combate.
Independientemente de su rango, su acto decisivo ocurrió al inicio de la batalla, cuando el caballo de San Martín fue derribado por el fuego enemigo, atrapándolo bajo su peso. Desafiando la carga de las bayonetas enemigas, Cabral desmontó y ayudó al coronel a reincorporarse. Los detalles exactos de la acción han sido adornados con el tiempo, dificultando establecer cuán arriesgado fue realmente. Algunas versiones incluso sostienen que Cabral se interpuso como escudo entre las bayonetas y San Martín, algo poco probable.
A pesar de todo, resultó gravemente herido, falleciendo horas después en el refectorio del convento de San Lorenzo, utilizado como hospital de campaña. Según la tradición, San Martín informó a la Asamblea del Año XIII que Cabral, en su lecho de muerte, habría dicho: “Muero contento, mi Coronel, hemos batido al enemigo”.
Pastor Obligado también recoge que, antes de su muerte, Cabral dijo a sus compañeros: “Déjenme, compañeros. ¿Qué importa la vida de Cabral? Vayan a pelear, que somos pocos”, y luego repitió la famosa frase en guaraní, que San Martín tradujo al español para incluirla en el parte de batalla. Herminio Gaitán señala que la versión guaraní original era menos solemne, pero más creíble: “Muero contento, porque cagamos a esos mierdas”.
Algunos historiadores cuestionan que Cabral haya sido sargento, señalándolo como soldado raso. Norberto Galasso es contundente al respecto: “Cabral no era sargento (...). El propio San Martín mandó colocar sobre la puerta del cuartel del Retiro un tablero que decía: 'Al soldado Juan Bautista Cabral. Murió en la acción de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813'”. Según Mitre, el grado de sargento fue otorgado post mortem en reconocimiento a su valentía.
Convertido en héroe nacional, Cabral es recordado con numerosos monumentos. Su gesta inspira la letra de la Marcha de San Lorenzo, un tango de Manuel Campoamor titulado Sargento Cabral y hasta un chamamé que lleva su nombre.¤