Su frecuencia y severidad denota un problema
La mayoría de los niños tiene sus rabietas, pero cuando estas son frecuentes, severas y con excesiva irritabilidad debemos prestar atención, ya que podría existir un problema, el cual detona siempre después en la conducta en el hogar y en la escuela.
Los investigadores en Psicología y Conducta Social aseguran que “un alto nivel de irritabilidad en la infancia es por lo general un indicador de otros problemas mentales en el futuro”. Estos niños, en la adultez serían vulnerables a la depresión, la ansiedad y a albergar pensamientos suicidas. ¿Qué es la irritabilidad? La irritabilidad, definida por el Diccionario y la Enciclopedia Médica, Edición 20, 2001, “es una condición en la cual una persona responde o reacciona excesivamente molesta, enojada e impaciente a un estímulo no placentero”. Los psicólogos la definen como “el comportamiento propenso al enojo” y se refiere a los niños que se despiertan malhumorados, “y que reaccionan con enojo ante la más mínima molestia”, según la psicóloga Amy Krain Roy, profesora en Fordham University of New York.
“Entre un 3 y un 5% de los niños son afectados crónicamente por la irritabilidad”
Los científicos estiman que entre un 3 y un 5% de los niños son afectados crónicamente por la irritabilidad. Investigaciones recientes apuntan al desarrollo de nuevos tratamientos con terapia cognitiva de la conducta, los cuales tratan de exponer a los niños que expresan irritabilidad constante a situaciones excesivamente frustrantes y es allí donde esta terapia les ayuda a enfrentar cada situación con un enfoque positivo que les transmita tranquilidad y sosiego. Aunque esta conducta de irritabilidad no se considera como una diagnosis psiquiátrica, se cree que es un componente de severos desórdenes, como lo es la ansiedad generalizada y la resistencia opuesta (oppositional defiant disorder), condiciones muy comunes en los niños con ADHD (Déficit de Atención e Hiperactividad) y DMDD (Alteración Abrupta de la Conducta), de acuerdo con la definición del Manual de Desórdenes Mentales. Los niños con DMDD tienen reacciones inesperadas y abruptas de cambio de conducta al menos tres veces por semana y están malhumorados la mayor parte del tiempo.
¿Cuáles son los causales?
Un rasgo peculiar en los niños irritables es la desorganización (en su mochila, lugar de estudio, dormitorio) ya que se fatigan y les cuesta mantener las cosas ordenadas y limpias. Su irritabilidad es como una rebelión en contra de lo establecido (los esclavos se demoraban en terminar sus labores diarias y lo hacían a propósito, como una forma de resistencia). Para algunos investigadores, la irritabilidad podría asociarse con la frustración, el temor a la desaprobación y quizá un poco de procrastinación, ya que esta condición tiene sus raíces en la ansiedad (aunque para otros, la procrastinación es un componente del proceso de la creatividad y la innovación). Leonardo Da Vinci y Charles Darwin son considerados sus exponentes clásicos.
Diferentes enfoques para combatirla
Actualmente, existen cuatro tipos de terapias: Cognitiva, Dialéctica, Con medicamentos, y Sin medicamentos.
La terapia cognitiva de la conducta se circunscribe a una conversación coloquial con el paciente e intenta cambiar los pensamientos y los comportamientos que retroalimentan los problemas subsiguientes de salud mental.
La terapia dialéctica de la conducta –que proviene de la anterior- se focaliza en el desarrollo de habilidades con el objetivo de regular las emociones y reducir esa condición de aflicción, incomodidad e irritabilidad.
La terapia con medicamentos prescribe antidepresivos o estimulantes para los niños con ADHD.
La terapia sin medicamentos está siendo implementada por investigadores del Instituto de Salud Mental. Para ello, usan un juego en la computadora para que los niños interpreten las expresiones faciales de la gente y en una manera más positiva. Durante la evaluación del juego se comprobó una tendencia en las respuestas de los niños irritables, ya que cada vez que ellos veían en los personajes del juego expresiones faciales ambiguas, ellos describían estas expresiones en sus caras como de “personas enojadas y peligrosas y luego, ellos también respondieron con enojo”, comentó la doctora Melissa A. Brotman, directora de Mood Dysregulation and Neuroscience. Brotman es pionera en la aplicación de esta terapia. En este tratamiento, el terapeuta le muestra imágenes de diversas expresiones faciales (sonrientes, tristes, melancólicas, enojadas) que van en un continuum desde las imágenes de gente con expresiones de felicidad hasta las expresiones de enojo. O sea, juzgar las expresiones “happy vs. unhappy” en una segunda y tercera fase y dar la respuesta apretando el botón correspondiente a su selección e inmediatamente ellos obtienen la respuesta correcta. Este entrenamiento gradualmente les va indicando a los niños a describir las imágenes ambiguas como “felices” (en lugar de enojadas o infelices). Aunque esta terapia está en sus comienzos, los primeros resultados han sido evaluados como eficientes. Los investigadores de esta nueva terapia publicaron en 2016 los resultados de un estudio en The Journal of Child and Adolescent Psychopharmacology donde 14 niños con DMDD y con solo cuatro sesiones habían reducido los síntomas una semana después del tratamiento. Sus padres informaron que los niños estaban menos irritables.
Los investigadores del Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) informan que los terapeutas están usando los principios que involucran a la fase de la exposición, la que frecuentemente es usada también para tratar los casos de ansiedad infantil. En este caso, los niños irritables son expuestos a situaciones que los inducen paulatinamente desde la frustración hasta el enojo. Los niños irritables participantes son sometidos a sesiones especiales que se inician con experiencias que van estimulando progresivamente sus sentimientos de enojo moderado y prosigue con otras experiencias que les despiertan un gran enojo. La doctora Brotman, autora de esta terapia, la describe como un método de comunicación similar al que cada hogar implementa para educar a sus hijos, el que incluye aquellos mandatos agridulces como “recoge los juguetes”, “ordena tus libros”, o “apaga la computadora y comienza a hacer las tareas de la escuela”. Ella es optimista y cree que “con una exposición gradual a todo lo que les cuesta asimilar y hacer, estos niños irritables aprenderán que ellos son capaces de tolerar las situaciones de malestar”.
“Para algunos investigadores, la irritabilidad podría asociarse con la frustración, el temor a la desaprobación y quizá un poco de procrastinación”
La irritabilidad extrema no es saludable, ya que interfiere con el crecimiento y el desarrollo normal de los niños. Si usted observa en su hogar un caso similar y ve que su hijo (sobrino o nieto) se irrita fácilmente, busque ayuda profesional.¤