Te encuentro sentada en un bar pasado de tiempo.
Te miro despacio y mientras descubro tu pelo muy largo
y tu preciosa cara, empiezo a soñar con tu mundo.
¿Quién sabe? Tal vez si pudiera intentar acercarme,
mi historia sería una nueva.
Y desde mi mesa, con este café de sabor Buenos Aires,
te pido perdón por necesitarte,
yo soy uno más de esta enorme ciudad
buscando a ese amor que nunca aparece.
¡Qué pena! Tal vez si pudiera decirte la justa palabra,
mi historia sería otra historia.
El sol inundaba mi cuarto cuando abrí los ojos.
Después, el viejo que vive en la pieza de al lado,
me cebaba mate charlando las cosas de siempre.
La plata, el trabajo, sus antiguas novias y todos los sueños
que quedan metidos detrás de los años.
Comí en la cantina y salí a recorrer
las calles repletas de gente que duerme la siesta.
Si fuese un actor, o si hubiese aprendido a jugar a arriesgar,
este barcito se convertiría en un gran escenario en
donde podría llegar a exhibir una gran función.
¡Qué suerte la mía! Tal vez si pudiera intentar conocerte,
mi historia sería alguna otra.
Volviste a mirarme por segunda vez. Te confieso algo: mis ojos
no saben mantener miradas, pues siempre los bajo.
Es tarde y es hora en que debo dejarte tranquila y rendirme.
Te miro de nuevo, por última vez, y me muerdo los labios.
¿Quién sabe? Tal vez si pudiese haberme acercado,
haber conocido tu nombre, mi historia sería una nueva. ¤