La Navidad es la celebración más importante del mundo occidental, veintiún siglos de la doctrina cristiana, la que siempre esperamos con optimismo y esperanza para crecer espiritualmente y la celebramos con alegría en el seno familiar, para proyectar su unión y solidez institucional.
Esta Navidad será muy especial, ya que la reconciliación es una de las virtudes que será imprescindible cultivar junto con el tacto, la empatía y la tolerancia para disminuir el extremo grado de polarización y resentimiento reinante en la sociedad norteamericana después de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Lo que estamos viviendo ya tiene su nombre: “Efecto Trump”. El resultado de estas elecciones presidenciales ha profundizado el antagonismo partidista existente y la gente expresa por doquier sus emociones a favor y en contra, lo que constituye el sustrato de este malestar social. Qué acertados estuvieron los planificadores (políticos) al determinar el período eleccionario unas semanas antes de la Navidad, fecha muy espiritual que da significado a nuestra existencia, donde el amor, la esperanza, la compasión, la fe, la empatía, la generosidad y el perdón son los valores que preceden a toda manifestación de paz.
Estados Unidos necesita que su pueblo tome conciencia y acepte -con una actitud patriótica y cívica- que Donald Trump fue elegido presidente, de acuerdo con lo estipulado en la Constitución Nacional al obtener los 270 votos del Colegio Electoral. Los psicólogos aconsejan que es mejor escuchar y aceptar las razones vertidas (en lugar de adoptar una actitud defensiva) y focalizar en los puntos de concordancia. La compasión y la empatía nos acercan a los niveles más profundos de la comprensión. Así sucedió en el 2012 cuando Barack Obama le ganó a Mitt Romney. Nadie salió a protestar este resultado y aunque pronosticaban que el mundo se vendría abajo, no pasó nada. Aprendamos que después de las elecciones, casi todos necesitamos una reacomodación emocional.
El psicólogo William Doherty de la Universidad de Minnesota aconseja que “es necesario poner la campaña presidencial en una caja, guardarla y seguir adelante con la vida”. Las personas que sientan esa necesidad de ventilar su enojo y frustración por el resultado a favor de Donald Trump, deberían hacerlo sólo con la gente que opina igual que ellos, evitando el ciclo del enojo remanente y reincidente y eliminando la tensión que lleva al conflicto”.
¿Cómo reconciliarse con un ser querido que apoyó al otro candidato?
El Dr. Doherty sugiere cinco pasos:
No hacer alardes hiperbólicos si su candidato ganó y no vaticine el fin del mundo si su candidato perdió.
Evitar el clásico argumento político partidista emblemático: “mi candidato es el mejor”.
Si usted necesita expresar sus emociones por el triunfo de su candidato, hágalo sólo con las personas que comparten su punto de vista.
Demostrar patriotismo y civilidad al reconocer al candidato presidencial electo. Desearle buena suerte y estar dispuesto a apoyar su labor presidencial por el bien común.
Recordar la campaña presidencial como única en su género y que ocurrió durante una época de cambios globales.
¿Qué es el “Efecto Trump”?
La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos creó una onda de shock que se propagó rápidamente en los medios y al día siguiente de las elecciones hubo concentraciones de jóvenes que encabezaban protestas masivas en las principales ciudades norteamericanas portando carteles (Trump: not my President) expresando su enojo y disconformidad con el resultado de la elección, proclamando la abolición del Colegio Electoral y su frustración con este sistema. Se escucharon cánticos emblemáticos de manifestantes masculinos que decían “your body, your choice” a lo que las manifestantes femeninas respondían “my body, my choice”- clara alusión al aborto. Hubo banderas (de México, Puerto Rico), carteles insultantes, grupos anarquistas desconformes que sembraron el caos con actos de insubordinación y violencia contra la autoridad policial, destruyendo vehículos, rompiendo vidrios de edificios y negocios aledaños. Los participantes ya han sido identificados como “advocates” de “ACLU” (Unión Americana de Libertades Civiles), “Planned Parenthood”, “Emily's List”, “MoveOn.org”, “Showing Up for Racial Justice”, “The Equity Coalition”, “The Al Sharpton”s National Action Network”, “Black Lives Matter”, “The Revolutionary Communist Party” y “The 99%” entre los principales.
Estamos viviendo el comienzo de una nueva era “atípica” donde el cambio es el adalid en circunstancias históricamente diferentes. Donald Trump ganó cuando todas las encuestas de opinión pública mostraban guarismos que confirmaban el triunfo de la candidata del Partido Demócrata Hillary R. Clinton y los medios proclamaban “the election is over”.
La democracia es el sistema que permite al pueblo elegir a sus gobernantes. El pueblo norteamericano emitió su voz a través del voto y a las 2:30 AM del día siguiente anunció que Donald Trump había sido elegido Presidente de los Estados Unidos.
Esta noticia generó alarma en el mercado bursátil que reaccionó con fluctuaciones (normales en época de cambios) pero que respondía a los presagios ácidos de la oposición con conjeturas infundadas. Los mercados no deben especular y volverse vulnerables a las predicciones nefastas, pero sí atenerse a los cambios reales que están programados para el crecimiento y la estabilidad económica.
¿Quiénes eligieron a Donald Trump y en qué circunstancias?
La gente con necesidades ignoradas se reveló en contra del status quo, rompió sus lealtades y alianzas del pasado elitista de los privilegiados “political clans” (Ford, Kennedy, Bush, Clinton) y asumió un riesgo que promete ser el cambio que el país realmente necesita.
El periodismo (en su mayoría liberal) estuvo explícitamente al ataque permanente en contra de Donald Trump y desató una corriente de miedo e inseguridad que se propagó como una fiebre colectiva, a tal punto que algunas actrices hollywoodenses expresaron su deseo de mudarse a Canadá en caso que Trump ganase la presidencia. El “New York Times” demonizó a Trump y sostuvo que “los que apoyaban a Trump eran racistas y homofóbicos”. Afortunadamente, los medios parecen haber recapacitado y tomado conciencia. Este diario neoyorquino ha aceptado que tuvo prejuicios contra Donald Trump y el editor Arthur Sulzberger ha prometido “to report America and the world honestly, without fear or favor, understand and reflect all political perspectives impartially”. Claro está que un activista no es un periodista. El pueblo demanda que “el periodismo recupere sus cánones y credenciales de veracidad, objetividad e imparcialidad que lo posicionaron como el cuarto poder”.
La Navidad une
La celebración de la Navidad tiene una profunda influencia moral en la formación del ser humano, ya que proyecta el amor, la esperanza, la justicia, el perdón, la reconciliación y la paz que predicó con el ejemplo Nuestro Señor Jesucristo.
Abraham Lincoln, al ver al país fragmentado por el problema de la esclavitud (1863), trató de unirlo “with one heart and one voice” solicitando a su pueblo reunirse en familia y dar gracias a Dios. Allí nació el primer “Thanksgiving Day” oficializado por decreto del gobierno federal.
En este año de la Divina Misericordia- instituido por su Santidad, el Papa Francisco, focalicemos en lo que nos une y ayudemos a construir un mundo mejor. Es hora de recapacitar con civilidad y patriotismo, y reconocer a Donald Trump como el presidente de los Estados Unidos. Él ya ha dado ejemplos de reconciliación con personas y entidades que lo difamaron y hará todo lo necesario para mejorar la vida y la seguridad del país. Démosle su oportunidad.
Proyectemos nuestro espíritu de reconciliación social en esta Navidad. ¤