Lo que buscó el surrealismo fue una apertura más allá de la realidad, la fusión del estado de los sueños con el de la vigilia, y nada de limitaciones entre lo racional y lo irracional. Todo esto había perseguido De Chirico con su pintura metafísica, mucho antes de que se concretara el manifiesto surrealista en 1924. Por eso su obra influyó enormemente en pintores como Max Ernst, René Magritte, y Salvador Dalí, y en muchas generaciones de pintores franceses surrealistas que renegaron mas tarde de él, como así también sobre los pintores italianos del llamado novecento italiano, del cual participó De Chirico luego de romper en 1926 definitivamente con el surrealismo. El surrealismo supuso una realidad superior de ciertas formas de asociación no tenidas en cuenta hasta ese momento, de la omnipotencia del sueño, y se basó en el dictado de lo inconsciente, de lo mágico, tratando de sustituir paulatinamente las elaboraciones concertadas y dirigidas por la razón. Todo eso lo había intentado De Chirico, y lo llevó a buen puerto.
La obra que hoy reproducimos es "Héctor y Andrómaca" de 1912. Dos trágicos personajes de la guerra de Troya, iniciada en un motivo nimio y que tuvo espantosas consecuencias para casi todos los participantes en ella.
Los dos maniquíes que representan a "Hector y Andrómaca" parecen hallarse en un acto de despedida final.. El sino de Andrómaca estuvo marcado por el héroe Aquiles. Hija del rey de Tebas, Cesión, es una de las figuras mas bellas, dignas e interesantes de la mitología griega. En un ataque a Tebas, pierde a su padre y a siete hermanos masacrados por Aquiles. Casada con Héctor, el héroe troyano, tuvo un solo hijo Astianax. Al morir Héctor y caer Troya, es dada como parte del botín a Pirro.
Héctor a su vez era hijo del rey Priamo y de Hecuba. Durante la guerra de Troya mató a muchos griegos, incluido a Patroclo. Pero el destino había determinado que Héctor muriese en manos de Aquiles quien en un segundo encuentro lo persiguió en torno de la ciudad y acabó matándolo. Lo ato después a su carro y lo arrastró en torno de la muralla, ante las lamentaciones de todos los troyanos.
Lo increíble es que después de tantas hermosas obras, De Chirico renegó también de ellas, como si otro hubiera habitado dentro de él y se las hubiera dictado. Renegó de ambas épocas, la de las estatuas y arcadas, y a la de los maniquíes e interiores, y se apartó, abandonando una obra extraordinaria, única para dedicarse a una pintura conformista y adocenada. Ø