El fallecimiento del ex presidente Raúl Alfonsín despertó en Argentina una nostálgica revalorización de los tiempos idos. Su figura, que tanto había sido criticada durante su mandato, fue rescatada como ejemplo cívico y de ética democrática, aun por sus más acérrimos enemigos. Los homenajes póstumos a Alfonsín nos recordaron un poco al caso del doctor René Favaloro, quien sólo luego de suicidarse mereció el reconocimiento popular y la valoración de los medios de comunicación, los mismos que antes no le daban pelota.
Dicen que la nostalgia por “los buenos viejos tiempos” es un rasgo argentino, heredado del inmigrante que aun haciendo suya esta nueva tierra no podía olvidar la patria que había dejado detrás. Allí había guerra, hambre, falta de oportunidades... no importa. No se pensaba en volver, pero se añoraban las tardes de un sol incomparable, las calles con ese olor tan particular, el idioma o el acento de sus vecinos que eran iguales al propio, las reuniones familiares con hermanos y tíos, primos y cuñados. Hoy los tiempos son más cortos, más vertiginosos. Se siente nostalgia por algo que se perdió hace apenas veinte, veinticinco años. Había hiperinflación, algún que otro levantamiento militar que ponía en vilo a toda la sociedad, paros sindicales cada dos por tres, trenes y teléfonos que no funcionaban... ¡Nos quejábamos todos de nuestro entonces desdichado presente! Hoy no se piensa en volver atrás, pero se añora el trabajo, la libertad de salir a dar un paseo nocturno sin temor a ser asaltado o algo peor, la buena educación pública, con escuelas que no se venían abajo y chicos que no sabían lo que era una navaja o un revólver o el paco...
No fue un argentino quien declaró que "todo tiempo pasado fue mejor", pero bien hubiese podido ser cualquiera de nosotros. Sin embargo, preferimos quedarnos con la rebeldía de un joven Luis Alberto Spinetta, quien en una de sus viejas canciones expresó: "Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor: ¡mañana es mejor!"
Evocar con nostalgia al pasado es fácil; sólo exige sentarse en una silla a recordar los buenos momentos idos. Para que mañana sea mejor hay que levantarse; el mañana hay que hacerlo hoy. ©