Las Elecciones Presidenciales

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El Stress y las Relaciones Personales

Sólo faltan días para elegir al próximo Presidente de los Estados Unidos y el nivel de desagrado crece desmesuradamente, quizá porque esta es una elección diferente por las decisiones importantes que se habrán de tomar para el futuro prominente del país (Seguridad Nacional, Corte Suprema, Acuerdos Nucleares, Isis, NATO, Economía, Tratados de Libre Comercio, Salud, aborto, drogas, Impuestos, Educación, Inmigración, etc.) en un contexto social muy polarizado y en circunstancias mundiales desafiantes, donde los actos terroristas de Isis y sus califatos generan la desestabilización regional que se expande y afecta a numerosos países.

El mundo del siglo XXI está convulsionado. Estados Unidos está fragmentado ideológicamente y se espera que el resultado de las elecciones generales del 8 de noviembre tenga un efecto catalizador que calme las aguas y determine el rumbo a seguir, en paz y concordia social.
En tiempos normales, los votantes comenzaban a prestar atención a las elecciones presidenciales sólo a los dos meses previos a la elección. Pero, en estas contiendas electorales del 2016, la gente comenzó a interesarse desde las Primarias, las que comenzaron en el 2015. Hace más de 12 meses que los medios de comunicación y sus plataformas sociales se han convertido en las voces agoreras de esta elección presidencial cuyos mensajes cargados de tinte político negativo de los dos contendores, Hillary Clinton y Donald Trump, en conjunción con los reportes del terrorismo internacional y local, la guerra en el extranjero y la expansión de sus refugiados (Siria, Iraq, Pakistán, Afganistán), la devastación de la Naturaleza (el huracán Matthew, las inundaciones en Louisiana y los incendios forestales en California y Arizona) más las permanentes acusaciones y revelaciones deshonestas publicadas en videos o actos de corrupción denunciados por la piratería de Wikileaks se han constituido en agentes estresantes que nos están afectando negativamente día a día. Algo hay que hacer (meditación, yoga, reiki, rezar el Rosario…) para salir de esta bruma nociva para la salud mental y física, ya que apagar el televisor no basta.

“El 40% del pueblo norteamericano ha reportado 'tensión entre familiares y amigos a causa de la elección'”

Ya hay cifras estadísticas reveladoras afirmando que el 40% del pueblo norteamericano ha reportado “tensión entre familiares y amigos a causa de la elección”, de acuerdo con la cadena ABC News y The Public Opinion Research SSRS. Datos similares afirman que “el 90% de los norteamericanos habla frecuentemente sobre las elecciones presidenciales con sus familiares y amigos”. El 37% de los encuestados dijo que “el tema elecciones presidenciales les había causado tensión con sus familiares y amistades”. Este malestar parecería haber llegado a la Casa Blanca, ya que el candidato republicano Donald Trump había invitado a Malik, el medio hermano nacido en Kenia del presidente Barak Obama, al tercer y último debate presidencial en Las Vegas, invitación que habría causado disensión entre los hermanos, según fuentes fidedignas.
Esta parece ser una elección presidencial muy diferente, ya que ambos candidatos no registran una popularidad favorable en las encuestas de opinión pública. El 57% tiene una visión “Desfavorable” de la candidata del Partido Demócrata Hillary Clinton y el 63% la tiene del candidato del Partido Republicano Donald Trump.
El encuestador Peter Hart, del Annenberg Public Policy Center, ha publicado los resultados de una encuesta de opinión de los votantes independientes del estado de Wisconsin quienes sostienen que “los candidatos de los dos partidos políticos principales para la presidencia de Estados Unidos generan depresión (Hillary Clinton) y ansiedad (Donald Trump)”. La gente percibe a ambos candidatos de manera diametralmente opuesta y creen que la señora Clinton puede ganar, aunque la consideran mentirosa y una política de carrera no digna de confianza, mientras que a Trump lo describen como “sin experiencia, imprudente y maleducado”.
Los sentimientos que están fluyendo en la sociedad norteamericana en época pre-electoral son mixtos, comienzan con el optimismo que irradian los que apoyan a su candidato favorito y terminan con epítetos negativos hacia el oponente.
Este mismo grupo fue encuestado para definir si esta elección del 2016 era olfativa, a lo que respondieron “huele a huevo podrido, zorrino, y basura”.

“La gente percibe a ambos candidatos de manera diametralmente opuesta y creen que 'la señora Clinton puede ganar, aunque la consideran mentirosa, y una política de carrera no digna de confianza, mientras que a Trump lo describen como 'sin experiencia, imprudente y maleducado'”

El “modus operandi” de esta campaña electoral presidencial se ha caracterizado por el uso (¡y abuso!) de palabras ofensivas (como racista, homofóbico, inepto, misógino, corrupta, mentirosa… y la lista continúa) las que los medios de comunicación han exacerbado y distorsionando su significado original, lo cual ha antagonizado (sin moderación) al pueblo norteamericano. Ahí radica el problema que nos aqueja ahora y nos causa estrés.
El vocabulario agresivo y mordaz usado en la campaña electoral de ambos candidatos presidenciales es comparable al nivel de estrés (o energía) liberado por un terremoto, por la magnitud de su impacto. Las placas tectónicas políticas han desacomodado el equilibrio existente en las relaciones humanas de la sociedad norteamericana cuyo vínculo parece no ser el mismo de antes. Esa fricción está causando un distanciamiento “per se” que acelera el estrés en las relaciones personales, laborales y circunstanciales. Percibimos que las relaciones están cambiando y moviéndose a otro nivel, cuya configuración podría marcar un perfil de nuevas actitudes de protección y cautela.
En Estados Unidos, los inmigrantes hemos aprendido a convivir en una sociedad que refleja un crisol de culturas, religiones e ideologías políticas diferentes a las nuestras, las cuales aprendimos a valorar y respetar sin dar lugar a una actitud antagónica. Aquí se respeta el principio de la libre expresión. “You are entitled to your opinion”, “We agree to disagree” o “I respectfully disagree” son frases intrínsecas de la democracia viviente (cuya etimología griega significa “demo”: pueblo y “krato”: gobierno) y que no tienen por qué alterar las bases de una relación.

Las placas tectónicas políticas han desacomodado el equilibrio existente en las relaciones humanas de la sociedad norteamericana cuyo vínculo parece no ser el mismo de antes.

Esta temporada política electoral parecería que nos está haciendo un test sobre las relaciones humanas. La gente debería recapacitar y comprender que en una democracia, una diferencia de opinión no es el fin del mundo y no significa un distanciamiento o un enojo. Seamos más tolerantes y aceptemos y respetemos a las personas como son, con sus valores espirituales y sus creencias personales, las que por ahora se están viendo afectadas o comprometidas.
Las elecciones presidenciales pasarán y ojalá que nuestros vínculos afectivos encuentren su reacomodo y podamos vencer el estrés.¤

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