10 DE NOVIEMBRE: DIA DE LA TRADICION

La conmemoración de este día está dedicada a José Hernández, nacido precisamente un 10 de noviembre del año 1834 en los caseríos de Perdriel -más exactamente en la chacra de Mariano Pueyrredón- (en el hoy partido de San Martín), un hombre que pasaría a ser para los argentinos el que abrió el camino del respeto a las tradiciones y costumbres del más valiente soldado de la independencia: El Gaucho.
Era hijo de Don Rafael Hernández y de Doña Isabel Pueyrredón.
José Hernández, que no tuvo estudios primarios regulares ni tampoco universitarios, pero que gracias a su enorme talento alcanzó a ser destacado Legislador, Periodista, Orador, Soldado, Taquígrafo del Senado Nacional, Secretario General de Pedernera, Fiscal del Ministro de Hacienda de Corrientes y por sobre todo, el poeta que nos legó la más importante obra literaria en poesía como lo son "Martín Fierro" y " La Vuelta de Martín Fierro".
Es en esas obras precisamente donde en forma incuestionable el héroe se identifica con los padecimientos sociales del hombre que más había dado a la patria y el que menos había recibido de ella.
Así la cosa, el 10 de noviembre, no fue elegido; se impuso solo, ya que no existía nadie con más fuerza que José Hernández, nacido en esa fecha, para que nuestras tradiciones fueran honradas un día al año en el orden nacional.
Su amor por las cosas de la tierra y el hombre debemos adjudicarlas, a que, a los doce años de edad y a causa de una enfermedad, su padre lo llevó a vivir al campo. Allí aprendió a conocer la vida y los sentimientos del gaucho, algo que lo marcó para toda la vida. Luego de 1853, Hernández, enredado en cuestiones políticas, apoyó a los federales reformistas, enfrentados a Bartolomé Mitre, que se oponían a la separación de Buenos Aires de la Confederación. Su hermano Rafael peleó junto a Leandro Gómez en la defensa de Paysandú, con José observando impotente el holocausto desde la costa entrerriana. Rafael salvó su vida aunque fue gravemente herido.
Debido a las persecuciones políticas debió trasladarse a Paraná, donde conoció a otros grandes escritores de su época como Lucio V. Mansilla. En 1871 combatió junto a López Jordán contra las tropas nacionales. Pero el caudillo entrerriano fue derrotado y huyeron juntos al Brasil. Se supone que allí comenzó a escribir el "Martín Fierro". Al poco tiempo regresó a Buenos Aires y se alojó en el Hotel Argentino (ubicado frente a la Plaza de Mayo) donde terminó de escribirlo en 1872.
Terminando la obra, Martín Fierro dice: "En este punto el cantor/ buscó un porrón p'a consuelo/echó un trago como un cielo,/dando fin a su argumento,/ y de un golpe al instrumento/lo hizo astillas contra el suelo" "Ruempo, dijo, la guitarra/ p'a no volverme a tentar,/ ninguno la ha de tocar/ por seguro tenganló/ pues naides ha de cantar/ cuando este gaucho cantó".
Sin embargo, creemos que en 1872 a Hernández le quedaban muchas cosas por decir y que seguiría cantando llegado el momento. Pasaron los años, exactamente siete, y Hernández sintió un cambio en su interior, cambio en el que influyó lógicamente todo un contexto político-social que transformó al país y a cada uno de sus habitantes. Terminó la presidencia de Sarmiento y comenzó la presidencia de Avellaneda.
En 1879 publica "La Vuelta de Martín Fierro", título, que según lo afirma el propio autor, "lo dio el público, antes, mucho antes, de haber pensado yo en escribirlo".
Evidentemente era mucho e importante lo que quedaba por decir: "Aunque rompí el estrumento/ por no volverme a tentar/ tengo tanto que contar/ y cosas de tal calibre/ que Dios quiera que se libre/ el que me enseñó a templar"
En esta parte Fierro relata su vida en las tolderías junto a su amigo Cruz, la muerte de éste, la defensa de La Cautiva, la huida de las tolderías atravesando el desierto. La vuelta a su mundo, el encuentro con dos de sus hijos, con el hijo de Cruz y el Moreno, hermano del que Fierro matara dos años atrás. Este esquema posibilita la inclusión de pasajes antológicos tales como "Los consejos del Viejo Vizcacha", "Los relatos de sus hijos y los de Picardía, el hijo de Cruz", "La payada con el Moreno" y ” los consejos de Fierro a sus hijos", antitesis de los del Viejo Vizcacha.
Con sabiduría, remata la última estrofa de su "Vuelta", recalcando su propósito fundamental: entender al gaucho, reforzar su personalidad y lograr su asimilación a la sociedad. Esa era la oportunidad que le brindó el poema. Y Hernández la aprovechó, convencido de que su denuncia "no era para mal de ninguno, sino para bien de todos": "Mas naides se crea ofendido/ pues a ninguno incomodo: / y si canto de este modo/ por encontrarlo oportuno,/ no es para mal de ninguno/ sino para bien de todos. Ø