Grandes Orquestas de Ayer, de Hoy y de Siempre
En 1916, Tito Rocatagliata, que se aleja de Roberto Firpo, le propone a su amigo Eduardo Arolas la formación de un trío con Juan Carlos Cobián. Así lo hacen y debutan en el cabaret “Montmartre” (Corrientes 1435).
¿Quién era Juan Carlos Cobián? Nació en Pigüé, el 31 de mayo de 1896. Años después cuando sus padres estaban radicados en Bahía Blanca, tras la muerte de su madre, se aleja para venirse a Buenos Aires.
Llega con un buen bagaje de educación técnica pianística y una manera nueva de pensar. No tocaba con igualdad de sonido, sino que buscaba obtener matices armónicos.
En esa época el tango “no había llegado al centro” y estaba visto como música de malevos y burdeles, y para que el nombre de su familia no figurara en ciertas marquesinas no muy bien vistas, fue que J.C. Bianco se volvió al “vesre” y se hizo Cobián.
Fueron muy duros los comienzos, y para colmo cuando lo citan para hacer el servicio militar, no se presenta.
Desvinculado Eduardo Arolas de aquel trío, se incorpora a ellos Osvaldo Fresedo, y, éste, a su vez, forma como director-pianista un conjunto agregando a Agesilao Ferrazano, Ricardo Brignolo y actúan en “L'Abbayé”.
Después de muchos titubeos cuando tenía 25 años se presentó para cumplir la conscripción. En el casino del 2 de infantería compondría el tango “A Pan y Agua”.
En 1923, ya libre, forma su propia orquesta integrada por Julio De Caro, Agesilao Ferrazano, Pedro Maffia, Luis Petrucelli y Humberto Constanzo.
Con su estilo, Cobián le adosó la melodía al tango. Desde su piano impuso otra marcación rítmica a la orquesta. Con él el 2x4 se hizo pasado, al introducir el 4x8 y los pasillos binarios.
Pero en ese mismo año, como lo destaca Luis A. Sierra, Juan Carlos Cobián, que con su vigorosa imaginación tanto influyera en el proceso de transformación musical del tango, deserta de pronto de sus propias filas, yéndose a Estados Unidos tras un amor que pronto se deshizo.
Nueva York lo atrapó por cuatro años. Allí la vida al comienzo también fue durísima, y debió hacer muchas cosas para sobrevivir.
Durante la ausencia de Juan Carlos Cobián, forma Julio De Caro su orquesta reuniendo a algunos de los componentes de la de Cobián, pero siguiendo su línea de orientación.
Vuelto Juan Carlos Cobián a Buenos Aires emerge nuevamente con el esplendor de gran músico.
De la extraordinaria dupla que formaron Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo salió el tango “Los Mareados” (Los dopados) cuya letra vamos a recordar: “Rara... / como encendida / te hallé bebiendo / linda y fatal... / Bebías y en el fragor del champán, / loca, reías por no llorar... / Pena / me dio encontrarte / pues al mirarte / yo vi brillar / tus ojos / con un eléctrico ardor, / tus bellos ojos que tanto adoré... / Esta noche, amiga mía, / el alcohol nos ha embriagado... / ¡Qué me importa que se rían / y nos llamen los mareados! / Cada cual tiene sus penas / y nosotros las tenemos... / Esta noche beberemos / porque ya no volveremos / a vernos más... / Hoy vas a entrar en mi pasado / en el pasado de mi vida... / Tres cosas lleva mi alma herida: / Amor... pesar... dolor... / Hoy vas a entrar en mi pasado / y hoy nuevas sendas tomaremos... / ¡Qué grande ha sido nuestro amor! / Y sin embargo ¡ay! / mira lo que quedó... /
Podemos recordar otras de sus composiciones: “Mi Refugio”, “Almita Herida”, “Snobismo”, “L'Adivina”, “Una Droga”, “Salomé”, “Bohemia”, “Shusheta”, etc.
Con su nueva orquesta integrada por René Cóspito o Rodolfo Biagi alternativamente, Luis Petrucelli, Ciriaco Ortiz, Nicolás Primiani, Elvino Vardaro, Manlio Francia, Fausto Frontera, Humberto Constanzo y la voz de Francisco Florentino, quedó para siempre el estilo Cobián, como lo muestran las grabaciones que quedaron en el sello Víctor.
El maestro Juan Carlos Cobián, el gran bohemio, llamado “El Chopin del Tango”, falleció el 10 de diciembre de 1953 en Buenos Aires a los 57 años de edad. Ø