“Lo identificamos”. Con esas palabras, James Comey, director del FBI, anunciaba hace unos días que habían identificado al autor de las por todos conocidas decapitaciones de dos ciudadanos estadounidenses y uno británico a manos de militantes del grupo Estado Islámico (EI). Sin embargo, se sabía que los servicios de inteligencia británicos habían divulgado el nombre del verdugo encapuchado varios días antes. ¿Se trató de un desacuerdo o de una confirmación? Sea como sea, ahora resulta que la nueva estrella del terrorismo mundial es un rapero británico de 24 años, una especie de Ali G con capucha, aunque no tan simpático. El tipo desapareció de la escena londinense para aparecer después en quién sabe qué desierto sirio o iraquí, cambiando un micrófono por una cimitarra, y declamando la muerte a todos los infieles, es decir, a los que no piensan como él ni profesan su religión.
El presidente estadounidense, Barack Obama, prometió profundizar los ataques contra EI. Otra curiosidad, ya que de acuerdo a los Estados Unidos, durante agosto y septiembre ya se han realizado más de 1500 ataques contra los terroristas decapitadores. Que alguien haga la cuenta y nos diga cuánto vendría a ser 1500 dividido 60, más o menos, para tener una idea de cuántos ataques diarios se han venido realizando en los últimos dos meses.
Contradicciones a alto nivel, la decapitación como show mediático, números espeluznantes, raperos verdugos... No, el absurdo de todo este asunto no tiene límites. Basta analizar las impensadas alianzas entre hasta hace semanas enemigos acérrimos, como Irán y Estados Unidos, para confirmarlo. Pero también avanzan de la mano Rusia y Francia, Gran Bretaña y los milicianos de Hezbolá, Jordania... ¡y hasta por ahí se metió Argentina, cuando la presidenta denunció haber sido amenazada por el EI! Así, Irán observa con beneplácito como el fuego de los infieles yanquis y británicos cae sobre sus enemigos sunitas. Otro de los grandes ganadores de la reyerta es el presidente sirio Bashar al Assad, quien hasta la aparición en YouTube de EI luchaba para sostener su tambaleante régimen. Hoy nadie piensa en él, tan distraídos están todos bombardeando a los terroristas en el norte y el este de su propio país.
No hay estado de Medio Oriente que no esté involucrado en esto, con la sospechosa excepción de Israel, nada menos, que hasta ahora no dijo ni pío. Y si el río está revuelto en la zona, no podían faltar Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, Francia, China...
Las bombas caen, las cabezas ruedan, aldeas enteras son reducidas a polvo y las amenazas van y vienen. El petróleo sigue viajando desde los desiertos árabes hasta las grandes metrópolis del mundo entero. Se sigue matando en nombre de la religión y la raza.
Y no podemos dejar de pensar que esta película ya la vimos. ¤