Una ciudad mítica sumergida en un lago
Hace siglos atrás, antes de la llegada de los europeos a estas regiones, existía en el sur una gran nación a ambos lados de la cordillera, esplendorosa honra de Mapu. Los colores de su vegetación se reflejaban y enaltecían aún más la policroma belleza de sus aguas. Estas gracias, de alguna manera, habían trascendido sus fronteras y gente de otras razas oían hablar de ella como una creación maravillosa.
También se enteraron de estos comentarios los recién llegados conquistadores, y ávidos como anhelaban de encontrar en estas tierras las riquezas que creaban sus afiebrados sueños de oro, plata y piedras preciosas, salieron en su búsqueda.
Según se comentaba, esta ciudad estaba emplazada en una pequeña isla del lago Nahuel Huapí, rodeada de jardines colgantes, cercada por muros coronados de esmeraldas.
Enterados sus reyes del pensamiento y la cercanía de los conquistadores, y temerosos de que la ciudad mítica se viera ultrajada, resolvieron quemarla para que no quedara ni un rastro de lo que fuera. Pero una traún logró, tras su pedido a los soberanos, realizar un nguillatún en lugar de la drástica resolución anterior. Lo hicieron, rogándole a Nguenechén hacer desaparecer la ciudad intacta, sin dejar huellas, hasta que se alejaran los invasores.
Así, en un nguillatún sin precedentes, todos los habitantes de ambos lados de la cordillera, pidieron fervientemente por el milagro. Y el milagro se hizo. Al final de la primera luna del nguillatún, la isla comenzó a hundirse lentamente en las aguas del lago, límpidas y profundas.
Nguenechén, que tanto amaba a ese pueblo virtuoso, abrió generosamente el lecho del lago, sumergiendo para siempre la maravillosa ciudad.
Y ahí permanece intacta, intangible a manos profanas que tratan de hollarla, hasta que desaparezcan los intrusos que hasta hoy intentan profanarla. En ese tiempo emergerá triunfante con sus maravillosos collares, sus preciadas esmeraldas, los palacios de oro y plata y sus encantados jardines colgantes. ©
Mapu: Tierra
Traún: Junta de ancianos sabios
Nguillatun: Rogativa. Ceremonia religiosa
Nguenechen: Dios