“Quién sabe lo que sucederá, pero poco nos gustaría más que nuestra próxima tapa lleve la foto de la Selección levantando la Copa otra vez”.
Así concluíamos la editorial del mes pasado, con una mezcla de escepticismo y esperanza que al final se transformó en euforia. Como resultado, ahí está la tapa que tanto deseábamos.
Alguna vez analizaremos por qué un país tan en declive como nuestra querida Argentina consigue los éxitos en el fútbol que no sabe conseguir en la política, y, sobre todo, en la economía. Algunos dirán que lo único que se necesita para jugar al fútbol es saber patear una pelota, atajar penales o pegarles patadas a los rivales. Pero esa es una visión muy reduccionista de lo que en realidad se necesita para ganar un Mundial o una Copa América. En una selección, como en cualquier otro grupo de gente que trabaja junta en pos de un objetivo común, se necesita armonía, camaradería, liderazgo, decisión, disciplina y compromiso con la causa.
El liderazgo del joven técnico de la Selección, Lionel Scaloni, se caracteriza por ser firme, franco y templado. Nunca se lo verá haciendo escándalos, nunca se lo escuchará insultando a los gritos a nadie, pero sí afrontando las vicisitudes de su profesión con la peculiar calma del tipo de provincia que sabe capear las tormentas y encontrarle la vuelta a toda situación complicada. La adaptación a cada situación en particular es uno de sus fuertes. Si la tecnología no funciona, si no se consiguen los repuestos importados que necesitamos, de última se lo ata con alambre y queda como nuevo.
Su “Scaloneta” funciona como una Ferrari porque su liderazgo es genuino y conecta con naturalidad con los jugadores y el resto del personal. Se puede decir que la Scaloneta es un equipo, un equipo que va más allá de los 11 jugadores y sus suplentes, y que incluye a sus auxiliares técnicos Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala, el preparador físico Luis Martín, el entrenador de arqueros Martín Tocalli, el preparador físico Rodrigo Barrios, el fisioterapeuta Luis García, el médico Daniel Martínez y hasta el analista de videos Matías Manna. El equipo se completa con la fidelidad incondicional y el siempre bullanguero apoyo de la hinchada, esa que levanta y empuja el carro cuando los caballos están cansados.
Hay que decirlo: la suerte ha jugado del lado argentino en varias oportunidades. En esta Copa América ha habido penales errados por los contrarios, cabezazos que han pasado a milímetros del travesaño del Dibu Martínez, intromisiones de la pierna del capitán Lionel Messi que descolocaron al arquero contrario para terminar en gol… En fin, cosas del fútbol que no son definitorias a menos que el equipo aporte calidad, concentración y sacrificio, como lo ha hecho siempre.
Con esta Copa América, la 16ta para la Albiceleste, Argentina queda al tope de las Selecciones que más veces la han ganado, y suma 23 estrellas a su historial de campeonatos internacionales: más allá de las mencionadas 16 Copas América, ganó además 3 mundiales, 2 Copa de Campeones, 1 Copa Confederaciones y 1 Copa Panamericana.
La vara queda muy alta; hoy se habla de que esta Selección Argentina quedará en la historia como una de las mejores de todos los tiempos a nivel internacional. Los números son implacables.
El próximo gran objetivo es el Mundial 2026 que se jugará por estos lados y seguramente nos encontrará gritando en algunos de los estadios en donde juegue el actual Campeón.