La de la umita es una historia que suele contarse en el noroeste argentino.
La palabra “Uma” se utiliza en el quichua para referirse a la cabeza; quizás de ahí, que umita no sea ni más ni menos que el diminutivo, ya que, precisamente la leyenda se basa en una cabeza de hombre, que flota por los aires, dando sustos con su aspecto, una enorme cabellera, ojos saltones y una gran dentadura, llorando y gimiendo en las noches.
Cuenta la leyenda, que hace mucho tiempo, una de las tantas tribus que habitaban nuestras tierras, fueron atacadas por malones que degollaron a todos, sin discriminar hombres de niños. Fue así que uno de los niños, elegido por la madre tierra, al rodar su cabeza por el suelo, ésta echó raíces para que pueda vengarse y perseguir a los protagonistas de dicha barbarie.
Anduvo por los caminos, quejándose llorosamente, hasta que los encontró y con su enorme cabellera los asfixió, a uno por uno.
Desde entonces, se cuenta que la umita suele aparecerse para guiar o proteger a las buenas personas del peligro que pueda acecharles.
Suele encontrarse en viejas taperas, ranchos abandonados, en lugares solitarios, por las noches, en busca de contar su queja, en especial a los viajeros, que lo único que hacen es espantarse, obviamente, ante dicho espectáculo.
Hay muchos casos de personas que la han escuchado quejarse en pleno monte, o escucharla llorar, acompañada de un aire sigiloso y extraño, dando al cuerpo una enorme sensación de escalofríos que le recorre todo el cuerpo. Por otro lado, está el caso de quienes cuentan que se hacen acompañar por la umita, en esas noches muy oscuras, para sentirse protegidas del peligro… pero eso es solo algo para valientes. ¤