La etimología de la palabra adolescencia proviene del latín “adolescere” con su dimensión de crecimiento. Los diccionarios American Heritage y Larousse la definen como “un período (13-19 años) del desarrollo físico y emocional del ser humano y la transición entre el final de la niñez (comienzo de la pubertad, 10-12 años) y el inicio de la adultez (madurez).”
La sociedad siempre definió a los adolescentes como seres inestables y lunáticos y si de país hacemos referencia, en Argentina es común identificar el comportamiento de un adolescente y luego justificarlo “porque está en la edad del pavo”, y en Estados Unidos “un adolescente es un ser rebelde sin causa, un ser paradójico”.
La paradoja de la inestabilidad emocional y la rebeldía tiene su referente personal (infancia y desarrollo) y científico (acumulación de datos de estudios profesionales ilustrativos).
La familia como principio fundamental
El hogar (su primera célula social) es el baluarte que moldea su carácter y su comportamiento para construir un ser feliz. Un niño de 5 años ya debe haber recibido todo el bagaje afectivo y de formación necesario para crecer de acuerdo con los parámetros biológicos y culturales. Los niños que fueron dependientes de sus progenitores tras el proceso de aprendizaje, en su adolescencia se independizan y saben cuidarse a si mismos y a sus semejantes. Paradójica y simultáneamente, muchos niños que en su niñez fueron alegres, optimistas y cumplidores se tornan rebeldes en su adolescencia, toman riesgos sin medir el peligro al punto de a veces caer en la autodestrucción.
En Estados Unidos los accidentes fatales están en ascenso y ocurren durante la adolescencia. La investigadora Eveline Crone, de la Universidad de Leiden, publicó un estudio sobre la adolescencia en el Journal Child Development y donde sugiere que “en los adolescentes el lado positivo y negativo suceden paralela y simultáneamente”. Estudios de seguimiento de la adolescencia es un tema siempre actualizado por la inclusión de nuevos factores que marcan nuevas tendencias en sus predicamentos para desvirtuar premisas de la escuela tradicionalista de que “los adolescentes son un problema y hay que resolverlo”.
Una mirada positiva sobre la adolescencia
El nuevo enfoque sobre la adolescencia es una mirada positiva que enfatiza un despertar a nuevas oportunidades, la cual no excluye los riesgos. En un estudio de alrededor de 200 niños y jóvenes de entre 11 y 28 años, ellos respondieron a un cuestionario sobre la frecuencia de sus actos positivos y altruistas (sacrificar sus intereses para ayudar a un amigo) versus actos negativos o de protesta (regresar a casa tarde, haber bebido alcohol) y se evaluaron perfiles marcadamente pro-sociales y tumultuosos o rebeldes.
Estudios paralelos demuestran que el comportamiento de rebeldía aumenta marcadamente durante la adolescencia y va desapareciendo generalmente en la adultez. El mismo perfil se demostró en “su acentuado comportamiento pro-social, ya que el adolescente –a diferencia de los niños y los adultos- tiende a ayudar a sus amigos desinteresadamente”. Este estudio denota una correlación entre el comportamiento pro-social y el de rebeldía. Los adolescentes que demostraron actitudes de rebeldía fueron los que también demostraron actitudes de generosidad y ayuda al prójimo. Es decir que “el lado positivo y el negativo de la adolescencia parece ir desarrollándose paralelamente”, afirman los investigadores.
El éxito social es primordial
Esta aparente contradicción del comportamiento durante el desarrollo del adolescente parece estar sustentada por un factor que los investigadores denominan “reward sensitivity”. O sea que el adolescente, al asumir una toma de decisión (situación de riesgo), sopesa lo que va a arriesgar (costo) y lo que va a ganar (beneficio). The reward sensitivity mide el valor del premio que vendrá después del riesgo asumido.
“Los adolescentes que demostraron actitudes de rebeldía fueron los que también demostraron actitudes de generosidad y ayuda al prójimo”
Los adolescentes valoran mucho el éxito social (ganar en deporte, impactar la admiración de un amigo, no pasar desapercibido, etc.). Este perfil de extrema sensibilidad, tanto social como el de recompensa, está muy acentuado durante la adolescencia y va disminuyendo con la madurez y la edad.
El adolescente pareciera estar buscando siempre algo nuevo y que sea divertido y este rasgo acentúa el paradigma de que ellos sean de alguna manera estigmatizados como adolescentes buenos y adolescentes malos, adolescentes rebeldes y adolescentes responsables.
Los investigadores, en sus estudios de seguimiento por 4 años, encontraron que “aquellos adolescentes que habían sido inquietos y curiosos en sus experiencias durante su niñez, resultaron ser los adolescentes más rebeldes y también los más altruistas”.
El adolescente siempre tuvo que reacomodar su rápido crecimiento físico, intelectual, emocional y social. Ahora, nuestro adolescente tiene que manejar las irrefutables influencias del mundo digital que acechan su tiempo y perfilan su comportamiento. ¤