El Diablo andino
Conocido también como Zúpay, los orígenes de esta criatura se remontan a tiempos incaicos, en donde su morada era denominada Supaihuasin, lo que en lengua quichua señala los infiernos. El súpay sería, entonces, el Diablo. Deambula por las zonas del centro y norte del país. Se lo avizora en casi toda ocasión como un jinete de finas ropas negras, sombrero alado y adornos de oro y plata, como sus espuelas, puñal y fusta (asemejándose así al charro negro mexicano). Suele aparecerse a los viajeros en las noches de los martes y los viernes, jornadas de las brujas por excelencia, y tras unas horas de sabrosa comida y bebida amenizadas con canciones que desgrana desde su guitarra con gran maestría, el súpay propone a su homenajeado un pacto, cuyo precio será su alma. A cambio, el tentado solicitante recibirá, por un tiempo, honores y riquezas.
Una curiosidad del súpay es su guarida, llamada, al igual que la prestigiosa universidad española, Salamanca. Es una cueva subterránea en la que los adeptos al súpay concurren a aprender toda clase de encantamientos maléficos con los que arruinar la vida del prójimo. ¤