ESPERANDO EL TREN
Una mujer está acostada en su nueva casa, y de pronto empieza a vibrar y sacudirse toda la cama, mientras se oye pasar un tren cercano.
La mujer inmediatamente toma el teléfono y llama al arrendador, y le dice que es imposible vivir así en esa casa.
El hombre le asegura que nunca ha tenido queja de ningún otro inquilino, y que ella está exagerando seguramente.
Entonces la mujer lo invita a que venga y lo compruebe por sí mismo.
Bueno- le dice al llegar él- en cinco minutos pasa el tren expreso, métase aquí en la cama conmigo, y ya verá lo que pasa.
Él lo hace y se quedan esperando, mirando el techo.
En eso llega el marido, y el arrendador le dice:
-Si le digo que estoy esperando el tren, no me lo va a creer ¿verdad?-
ESPERANDO UN HERMANITO
Desde que se enteró de que su mamá iba a tener un hijo,
Josecito, le contaba a diario a su maestra, que iba tener un hermanito.
Un día, la mamá hizo que Josecito se acercara a su panza, para sentir cómo se movía el bebé. Y desde ese día, Josecito dejó de hacerle comentarios a su maestra, hasta que ésta, sorprendida por su silencio le preguntó: Josecito, qué pasó con el hermanito que esperaban?
Señorita, creo que mi mamá se lo comió...
ESPERANDO UNA ATENCION
Una pareja va al cine; en la entrada una mujer se les acerca:
"¿Quieren un ramo de flores para la señorita?"
"No, gracias".
"¿Quieren algunos caramelos? Son baratos".
"No, gracias, no queremos nada".
"¿Tal vez un paquete de pochoclo? Están recién hechos".
"¡No, no, no! ¡No queremos NADA!" dice el marido.
Entonces, maliciosamente la mujer suelta:
"¡En esta película el asesino es el chofer!”
ESPERANDO AL DOCTOR
Un pequeño empresario tiene una gran problema judicial y cree que con un buen asesoramiento lo puede resolver. Van entonces a ver a abogado más famoso del país, y por supuesto, el más caro. Como es imposible conseguir una audiencia a menos que uno sea un alto ejecutivo de una gran corporación, nuestro hombre se sienta en el despacho a esperar pacientemente, contra todas las advertencias de la secretaria.
Ya bien de noche, antes que el importante abogado se retire, el pequeño empresario consigue filtrarse en el estudio principal, saca de su bolsillo diez billetes de cien dólares, los pone sobre el escritorio, y dice:
- ¿Doctor, por mil dólares puedo hacerle dos preguntas?
El abogado lo mirá con poca simpatía, se guarda los billetes y dice con expresión de hastío:
-Está bien, ¿cuál es la segunda? Ø