Viviremos más tiempo ¿pero viviremos mejor?

Enrique MartínezEs un hecho real que gracias a los avances en la medicina, la ciencia y la tecnología, los seres humanos cada vez tenemos mayores posibilidades de vivir más tiempo. Pero ¿qué calidad de vida nos espera?
Para reflexionar sobre este tema El Suplemento entrevistó al Ing. Enrique Martínez, presidente del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial)
ES: ¿Los seres humanos vivimos más tiempo gracias al conocimiento?
Ing. Martínez: Efectivamente. Y es en los Estados Unidos en donde se puede apreciar, como en ningún otro sitio, el efecto que producen la ciencia y la tecnología aplicadas a la prolongación de la vida humana. En 1900 la esperanza de vida en ese país era de aproximadamente 49 años. En 1935, cuando se dictaron las leyes sobre Seguridad Social (durante el gobierno de Franklin D. Roosevelt) llegaba a los 61 años. Actualmente en los Estados Unidos la esperanza de vida media es de 77 años.
ES: ¿Y para los niños que nacen en estos días?
Ing. Martínez: Como la expectativa de vida aumenta en forma sistemática, simplemente un cálculo de probabilidades asigna a cada uno de los niños norteamericanos que nacen durante estos días un 50% de posibilidades de llegar a vivir hasta los 100 años.
ES: ¿100 años?
Ing. Martínez: Si, 100 años. Esto a simple vista aparece como formidable; sin embargo, abre necesariamente un espacio de reflexión del más alto nivel político, y por eso se necesita toda una organización social distinta, porque el primer reflejo sería: “bueno, entonces en vez de trabajar hasta los 65 años cualquiera podría hacerlo hasta los 80 ó 90 años”. Esto es muy probable. Pero el punto es: con quién y para quién, porque todos querríamos trabajar hasta un día antes de morirnos. El punto es para quién lo haremos.
ES: Y bajo qué circunstancias...
Ing. Martínez: Claro. ¿En qué contexto?, ¿A beneficio de quién? ¿Por dinero?, ¿Por ganas?, ¿Por simple vocación de recreación? Estas son preguntas que ninguna sociedad se ha formulado seriamente, aún en los países más desarrollados y que más piensan sobre el tema del envejecimiento poblacional, que a mi juicio son Alemania y Japón. Sobre esto vale la pena señalar que Japón ya se encuentra frente a serias dificultades. El problema es que el tema de la prolongación de la vida está planteado en términos puramente económicos y como inercia de la sociedad que conocemos hoy. Vale decir que los que llamamos población “económicamente activa” mantienen a la que dejó de serlo y a la que todavía no lo es. Es decir que los “trabajadores activos” cuidan a los chicos y a los mayores.
ES: Pero también aportan para los ancianos...
Ing. Martínez: Digamos a los que dejaron de ser “económicamente activos” en términos de estar en una nómina de asalariados en una empresa. Pero estas personas ¿qué deben hacer según esas sociedades? ¿Sentarse a esperar la muerte con la única tranquilidad de que económicamente alguien los mantiene? ¿O en todo caso en vez de esperar la muerte dedicarse a hacer cruceros de turismo?
ES: ¿Hay que replantearse qué harán los jubilados con muchos más años de vida por delante?
Ing. Martínez: Por supuesto. Y al respecto cabe preguntarse cuál es el modelo de vida para la etapa post asalariada. Me parece que esa es una definición pendiente. Yo creo que puede ser una etapa infinitamente más rica desde el punto de vista humano que la etapa asalariada. Justamente muchos de los que somos asalariados quisiéramos no serlo. Y eso no significa que nuestra única opción es ser empresarios y a su vez tener asalariados. O ser independientes y desempeñar una cantidad de acciones que algunas tendrán que ver con el dinero y otras con la organización social.
ES: O cumplir con las famosas “asignaturas pendientes”...
Ing. Martínez: Podría ser. Porque partamos de un principio: ¿Quién está contento con la calidad de vida media en una sociedad? Cualquiera sea. Preguntémosle a los ingleses hoy día. O a los americanos, con su perpetuo estado de miedo a la invasión o la bomba. ¿Quién está contento con esa calidad de vida? Nadie. ¿Quién se ocupa de lograr esa calidad de vida? Algunos funcionarios públicos… a cambio de sus sueldos. ¿Cuánta gente se ocupa de eso vocacionalmente? Prácticamente nadie.
ES: En Estados Unidos existe SCORE, una organización integrada por ex ejecutivos que asisten a los nuevos emprendedores.
Ing. Martínez: Nosotros tenemos en el INTI una oferta de una organización alemana similar, formada por empresarios jubilados que están en condiciones de venir a darnos una mano. Los japoneses también tienen una organización similar. Son ideas interesantes, inteligentes, que dan otra dimensión a la actividad humana. En los Estados Unidos existen, asimismo, organizaciones privadas que también se dedican a eso. A reclutar ejecutivos jubilados o que ya no quieren trabajar más de 40 ó 50 horas por semana y por eso se dedican a brindar servicios de consultoría internacional. Es una excelente forma de transferir conocimientos y de hacer transferencia intergeneracional.
ES: Mucha gente debe estar estudiando este tema del envejecimiento poblacional...
Ing. Martínez: Robert Fogel, economista norteamericano y premio Nobel, ha trabajado en recomendar formas de financiación pública de la etapa post laboral, que en teoría podrían llevar a reducir el límite del período estándar de trabajo hasta los 55 años. Y para los años siguientes postula que la gente use su tiempo para aprender, para intentar proyectos sociales sin la presión de la necesidad económica, para reflexionar y actuar en la vida política. Fogel ha escrito un importante libro sobre el tema (The fourth great awakening and the future of egalitarianism).
ES: ¿Entonces el panorama no es tan malo?
Ing. Martínez: Bueno, la tesis de Fogel es optimista porque dice que los excedentes que genera la economía de los países modernos permiten acumular fondos para mantener a los que ya trabajaron una cierta cantidad de tiempo de tal magnitud que se podría achicar la vida asalariada. También pronostica que todo el mundo se podría retirar a los 55 años y sostiene que de ahí en adelante habría 20, 30 o más años útiles para desarrollar actividades; en parte organizadas por decisión propia y en parte de naturaleza enteramente comunitaria. Por ejemplo, una de las cosas interesantes que sostiene es que el grado de involucramiento en la política sería mayor después de los 55 años que antes. Y sin ninguna expectativa profesional. Sería una manera de eliminar la política “profesional” porque la gente lo haría por vocación. A mí esa idea me resulta apasionante, más allá de que sea factible en términos inmediatos.
ES: ¿En el INTI están trabajando en temas relacionados con la prolongación de la vida?
Ing. Martínez: Si. Estamos diseñando instrumentos que permiten a la gente con discapacidades vivir mejor y estamos identificando una red de mucha gente que está trabajando en la Argentina en ese tema. Desde discapacidades extremas, como atención de un cuadripléjico, hasta las discapacidades menores de alguien que necesita un bastón o unas muletas. Me parece muy auspicioso porque no hay antecedentes serios en el país de trabajar en eso, y estoy muy orgulloso de trabajar en ello. Ahora, mirado a largo plazo no estoy satisfecho, porque creo que el INTI debería estar participando de otro tipo de proyectos, que ya no imaginen cómo compensar discapacidades sino cómo diseñar una vida útil para la etapa después de ser asalariado. A mí me parece que esa es una asignatura pendiente.
ES: Lo importante no es sólo vivir más, sino vivir más y mejor.
Ing. Martínez: Esa es la idea. En estos momentos hay una enorme cantidad de geriátricos que ni siquiera están censados, llenos de ancianos sin esperanzas ni motivaciones. Pero estoy seguro que si se movilizara a la gente con algunas iniciativas, esos ancianos no irían al geriátrico, porque harían cosas. Cuando se pierde la motivación es muy difícil retornar.
ES: ¿Las ganas de vivir?
Ing. Martínez: Cuando se pierde la necesidad de vivir por algo, el ánimo vital decae tan violentamente que luego es muy difícil de recuperar.
ES: ¿Eso se puede estimular?
Ing. Martínez: Si, pero con una actividad, con una tarea, para sentirse útil. Creo que cuando la organización de la vida se centra en la venta de la fuerza de trabajo propia como condición para la subsistencia o para el progreso se está cumpliendo un ciclo, una etapa, que limita mucho la posibilidad de pensar en los otros. Porque la situación es francamente competitiva: toda persona puede perder el trabajo o el ascenso a manos de un compañero de trabajo. Por eso me parece necesario construir un espacio social para la tercera parte de nuestra vida que nos deje la posibilidad de pensar en términos más comunitarios. Y eso me parece bastante factible. Ø
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