Las declaraciones disparatadas de un presidente que no da pie con bola
Durante los últimos meses el desconcierto y la preocupación de los argentinos fue acrecentándose día tras día. Primero por la incertidumbre que genera la pandemia más mortífera del último siglo y medio, que ya se cobró más de 90.000 vidas en el país y con decenas de miles de infectados diariamente, y luego por los discursos de la máxima autoridad política del país.
Las constantes declaraciones públicas del presidente argentino Alberto Fernández, así como la inflación descontrolada, la falta de vacunas, la inseguridad, el aumento exponencial de la pobreza y la pulverización del empleo formal e informal, asustan a la población del país.
Sin dudas se puede afirmar que Fernández no pasa por sus mejores días, aunque, para ser sinceros, puede asegurarse que desde que asumió nunca tuvo jornadas particularmente brillantes.
Todos los argentinos saben que el poder real lo posee la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Obviamente, el más consciente de esto, es el mismo presidente. De allí que ser presidente “nominal”, sin poder “real”, le debe provocar una gran carga emocional, un estrés de proporciones bíblicas, impotencia y frustración.
“No tengo ganas de que haya un títere en la Rosada y que el poder esté en Juncal y Uruguay”, lugar donde vive la vicepresidenta Cristina Fernández. Esta desafortunada y premonitoria frase fue pronunciada por el hoy presidente el 11 de mayo de 2019 a través de declaraciones radiales, justo seis días antes de que fuera ungido candidato presidencial por Cristina, la señora que posee una de sus muchas propiedades en esa esquina de la Recoleta porteña.
Declaraciones disparatadas a granel
Quizás sea por ese sentido de inferioridad, por la falta de poder real, por la presión que recibe diariamente, que el presidente se muestra errático. Y esto se aprecia cuando se presenta en algún acto oficial, de propaganda de gestión, o se presta a reportajes, porque en esas circunstancias dice… disparates. Cosas descabelladas. Y, como si estuviera compitiendo consigo mismo para ridiculizarse, agrega más barbaridades cada vez que habla.
Para empezar, es inquietante que siendo un profesor universitario de larga trayectoria académica en la Universidad de Buenos Aires crea en la astrología. Y más cuando aseguró a todo el país por cadena nacional que “A no confundir: somos un gobierno de científicos no de CEOs” (discurso en el Congreso Nacional pronunciado el 1 de marzo de 2020).
Todo el mundo sabe que la astrología tiene poco de ciencia. Pero la evidencia es contundente: Alberto Fernández cree en el destino augurado por los astros tanto como los gobernantes de lejanas eras precristianas. Esto se sabe porque el mismo presidente lo dijo públicamente en el programa “Sobredosis de TV”, que se emite por el canal ultra kirchnerista C5N. Fue el domingo 30 de agosto del 2020 cuando contando algunas cuestiones de su vida privada, entre otras cosas afirmó que: “A mí, Vilma me hizo una carta astral y me dijo que estoy predestinado a construir sobre las cenizas”.
Resulta asombroso que Vilma Ibarra, abogada y secretaria Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación Argentina, también crea en la astrología, y encima le confeccione cartas astrales al presidente. ¿También le tirará las cartas del tarot?
Otras frases curiosas e inexplicables del primer mandatario fueron: “Evo Morales es el primer presidente boliviano que se parece a los bolivianos” (el 10 de junio de 2021).
Otra frase increíble relacionada con el coronavirus fue pronunciada el 20 de junio de 2021 en un acto público: “Vayan y contágiense”. Algo que, como todos saben, no es muy recomendable hacer, aunque haya sido pronunciada en forma irónica por el jefe de un gobierno de científicos.
La última barrabasada
Pero hay más. Sentado al lado del presidente español Pedro Sánchez, que estaba de visita en la Argentina, Alberto Fernández expresó: “Escribió alguna vez Octavio Paz que los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos. Eran barcos que venían de allí, de Europa. Y así construimos nuestra sociedad”. Desafortunada frase que salió en los titulares de casi todos los medios de américa y gran parte del mundo, por ser considerada racista, xenófoba y falaz.
Como se acercan las elecciones de medio tiempo en las que se eligen diputados y senadores, tanto la vicepresidenta de la nación como su hijo Máximo Kirchner, referentes del poder real de la Argentina, están preocupados por estos ¿desaciertos? del presidente. Demasiado preocupados. Tal vez sea por eso que en los últimos días el presidente Alberto Fernández lee los discursos que les escriben sus asesores, para evitar esta seguidilla de furcios inexplicables y que provocan, cuanto menos, gran preocupación en toda la población. Y además provocan conflictos internacionales.
Confusión genética
No obstante, este plan de “control de daños” no dio gran resultados, porque en una de sus últimas apariciones públicas, justo el 20 de junio, el día de la bandera, el presidente afirmó, con plena consciencia de sus palabras, algo que confundió totalmente a la nación: “...tenemos descendientes que se convirtieron en afroamericanos”.
¿De verdad tenemos descendientes que se convirtieron en afroamericanos? Lo bueno sería que algún científico del gobierno pudiera explicar cómo se produjo esa extraña mutación, hasta ahora desconocida en la Argentina. Y aclarar si todavía se produce. Mi hijo es rubio y de ojos verdes. De acuerdo a las palabras del presidente, ¿hay posibilidades de que sus hijos tengan rasgos afroamericanos? Si es así, en una de esas mis nietos no se parecerán tanto a mí, como a Denzel Washington, Will Smith, Zoe Saldaña o Halle Berry. ¤