El Refrán (la gula) 14° parte

Hemos encontrado otro refrán sobre la pereza que nos servirá para comprender por qué en el artículo anterior pusimos: (1) Capuz: nombre con que se designaban algunas prendas con capuchas y (2) Curado: endurecido, curtido. El refrán es: “El hombre sentado ni capuz tendido ni camisón curado”, con lo que se enseña que las conveniencias se pierden y malogran por la pereza.
La pereza no tiene nada que ver con el catorce, que es el número de la presente nota. El catorce está más vinculado con la gula, que no es solamente la afición desordenada de comer sino también la de beber. Dicha afición es desordenada cuando se produce con exceso o por el solo placer de satisfacer la sensualidad. Por eso Cicerón nos dice en Cato Mayor: “Hay que comer y beber con tal moderación que nuestras fuerzas se restauren y no se recarguen”. En efecto, al comer debemos proponernos como fin, conservar la vida para emplearla en servicio de Dios y en el cumplimiento de nuestros deberes. De ahí el refrán: “Se debe comer para vivir y no vivir para comer” La gula es un gran pecado. San Pablo compara a los que se entregan a ella con los idólatras y dice que “hacen de su vientre un dios” A pesar de ello, San Pablo, en otro escrito, invita: “Comamos y bebamos que mañana vendrá la muerte” Gula proviene del latín “gula”: “garganta”. La gula más peligrosa es la embriaguez, que consiste en beber hasta perder la razón. Según Hipócrates: “La gula es homicida, y quien con hartura come y bebe de a poco se suicida” Los efectos de la gula son la violación de la ley del ayuno y de la abstinencia, el embrutecimiento, las palabras indiscretas, las riñas y la impureza. El lazarillo de Tormes así la califica: “Porque el harta es de los puercos, y el comer regularmente es de los hombres”. Por tal razón, el animal que simboliza a la gula es el cerdo, como lo es la tortuga para la pereza.
La gula de la bebida nos lleva a los sustantivos: borracho, embriagado, ebrio, mamado, temulento, beodo y alcoholizado. El lunfardo tiene los propios: curda, escabiado, encopao, mareado y en pedo. De estas cinco, la más hermosa es curda, y según se cuenta proviene del hecho de que a las tropas kurdas eran embriagadas antes de salir a la batalla. Borracho deriva de borrachero, arbusto solanáceo de la América del Sur, cuyo fruto comido, causa delirio. Embriagado y ebrio provienen del latín ebrius; beodo del latín bibitus: bebido; temulento del latín temetum: vino; alcoholizado del árabe alcohol: colirio y en cuanto a mamado es un americanismo cubano. La embriaguez puede, además, hacer perder la salud, la reputación y la fortuna y acarrea con ella -con frecuencia- una muerte prematura y funesta.
Salomón (en proverbios) nos dice “No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne, porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos” “En el hombre hay una serpiente: es el intestino, que tienta, traiciona y castiga”, afirma Víctor Hugo en William Shakespeare y Salomón agrega “El que guarda la ley es hijo prudente, mas el que es compañero de glotones avergüenza”
Entre otros refranes que encontramos tenemos: “Pide el goloso para el deseoso”, pues algunos con el pretexto de pedir por otros, solicitan para sí lo que desean.
“Más mató la cena que sanó Avicena” (1) Para muchos es como decir: “De grandes cosas están las sepulturas llenas” Grandes tiranos cayeron en este vicio y así les fue. “Cómo querés pasar de Europa a Asia si no podés ir de una cama a otra” fueron palabras de Alejandro Magno dirigidas a su padre Filipo, rey de Macedonia. Filipo se manifestaba orgulloso de su hijo, en quien cifraba sus más altas esperanzas, pero después, cuando se separó de Olimpia para casarse con Cleopatra, sobrina de Atalo, noble macedonio, quedó rota la armonía entre padre e hijo, pues éste se puso al lado de su madre (Olimpia). En el banquete de bodas de Filipo, al oír unas palabras imprudentes pronunciadas por Atalo, Alejandro le arrojó una copa a la cara. Filipo se dirigió contra él con la espada levantada, pero por efecto de la embriaguez, tropezó y cayó, exclamando Alejandro aquellas palabras.
No obstante Alejandro padeció el mismo vicio. A fines de mayo del año 323 a.c., unos días antes de iniciar una expedición para conquistar la península arábiga, celebra un banquete con sus amigos en el que bebe abundante vino como de costumbre. Esa noche cae gravemente enfermo y luego de doce días de agonía con altas fiebres, muere. Surgieron con el tiempo varias afirmaciones sobre su muerte: 1) fue consecuencia de la malaria u otra enfermedad similar como la fiebre del Nilo; 2) fue asesinado por envenenamiento, por suministrarle en mayor cantidad una sustancia sacada del eléboro (el eléboro, en pequeñas dosis es medicamento, pero no sirvió para aliviar al cuerpo desquiciado por el alcohol); 3) por el estado calamitoso en que se encontraba.
Volvamos a los refranes.
“Al borracho fino, ni el agua basta, ni el vino”, con lo cual se denota que el que bebe mucho vino, necesita después mucho agua.
“Quien borracho se acuesta, con agua se desayuna” porque una vez pasada la embriaguez produce una sed característica y grande.
Otro refrán sobre la embriaguez: “De las aves que alzan el rabo, la peor es el jarro” y “Ninguno se embriaga del vino de casa”, con lo que se quiere decir que las cosas propias no satisfacen, antes suelen causar fastidio.
Un antídoto para todo esto, es evitar la frecuentación de las tabernas y de las personas que podrían llevarnos a ellas, antes de que nos convirtamos en bebedores. “¿Quién pasa por la ermita sin rezar un padrenuestro?” Quiere decir que los bebedores no saben pasar por una taberna sin entrar en ella.
La virtud opuesta a la gula es la templanza. Nuestro gran Cervantes, en el “Don Quijote” nos aconseja “Come poco y cena muy poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago” Por lo tanto debemos estar lejos de las francachelas, como dice Ruiz de Alarcón en la Verdad Sospechosa: “Obliga el gusto de los manjares al glotón”
Esto es todo por ahora, Y mientras van a comer exquisiteces a un restaurante, recuerden “Multa fecula, multos morbos” (1)Avicena fue un médico árabe, llamado príncipe de los médicos, y uno de los hombres más notables por la extensión de sus conocimientos. Otro refrán asegura que “Más cura un no cenar que cien Avicenas”. Nació en Persia en 980 y murió en 1037. Ø