La Entrevista del Mes: Dr Patrizio Petrone

Dr Patrizio PetroneFuga De Bisturíes
Luego de graduarse de médico en la Universidad Nacional de La Plata, realizó su entrenamiento quirúrgico en el Departamento de Cirugía del Hospital Interzonal General de Agudos “Prof. Dr. Luis Güemes” de Haedo.  Luego viajó a Europa para completar su entrenamiento en Cirugía Oncológica en el Istituto Nazionale Tumori de la Universidad de Milán, Italia, y en Cirugía de Trauma en LAC+USC Medical Center dependiente de la Universidad del Sur de California (USC). Hoy es jefe de los “Fellows” Internacionales de la División de Trauma del Departamento de Cirugía de USC. A pesar de no haber cumplido los 40 años de edad, posee más de 150 publicaciones internacionales y ha colaborado en algunos de los más importantes libros de cirugía de trauma. Trabaja con toda la infraestructura de un hospital del Primer Mundo y con los últimos avances de la tecnología médica a su disposición; sin embargo, dice que con ciertas condiciones mínimas regresaría a la Argentina para aportar sus conocimientos y devolverle al país todo lo que le dio.

¿Qué posición ocupa aquí en USC y a que se dedica?
Ocupo dos posiciones: una es la de Chief of the International Research Fellows de la División de Cirugía de Trauma y Cuidados Intensivos Quirúrgicos. Me encargo de entrenar a los “fellows” que vienen de distintas partes del mundo, guiarlos en investigación, lo que en LAC+USC Medical Center significa trauma y, más específicamente, trauma penetrante, así que es como vivir una guerra civil todos los días.
La otra posición es la de Investigador Asociado de la División de Cirugía Colorectal y del Piso Pelviano. Aquí nos centralizamos en mayor medida en la investigación del cáncer de colon.
¿Cómo es vivir, como dice, “una guerra civil todos los días”?
Desde el punto de vista humano es increíble el grado de violencia que se ve entre pandillas, sobre todo entre latinos, y especialmente los provenientes de Centro América como los llamados Mara Salvatrucha. La ciudad de Los Angeles tiene algunos bolsones de extrema violencia, que ni se puede comparar con lo que se vive en Argentina; aquí se ve como si realmente fuera una guerra, no sólo por la cantidad de trauma penetrante que sufren, sino por el tipo de armas que usan y la hora en la que se cometen los delitos. Una de las experiencias más shockeantes que viví aquí fue una tarde, cuando a la hora de la siesta, llegaron cuatro personas con disparos en el corazón. No entendía cómo en una apacible tarde de fin de semana llegaba gente con heridas de arma de grueso calibre.
¿Cuál es la proporción de gente latina que se atiende en el hospital de USC?
En el hospital del condado se atiende a un 75% de latinos, un 15% de afroamericanos y el 10% restante son asiáticos y caucásicos.
Eso en general; en cuanto a las personas que llegan con heridas producto de la violencia ¿cómo se distribuye?
La distribución de la población que atendemos por trauma es la misma. El mecanismo de lesión más frecuente es por trauma penetrante, como lesiones por arma de fuego y arma blanca, y en menor medida por trauma contuso, como accidentes automovilísticos, asaltos y caídas de gran altura.
¿En qué aspecto no dudaría en decir que el hospital de USC es el mejor del país?
Diría más bien que el LAC+USC Medical Center es el centro de trauma más grande de los Estados Unidos, en donde se atiende un promedio de 7500 casos anuales, incluyendo heridos por armas, accidentes automovilísticos, caídas, etc. Justamente por ser el de mayor volumen es que vienen profesionales de todas partes del mundo para su perfeccionamiento en cirugía de trauma.
De acuerdo a lo que pudo sentir durante el tiempo que estuvo aquí ¿Cómo se valora en los Estados Unidos al profesional formado en Argentina?
Te lo contesto con una anécdota: aquí muchos pensaban que  algunos de los más reconocidos médicos argentinos eran italianos, por su apellido. Entre ellos los hermanos Finochietto, pioneros de la cirugía argentina, el Dr. René Favaloro, o el Profesor Mainetti, entre otros. De hecho, aquí usamos un separador costal cuando hacemos las toracotomías de emergencia, que se llama separador de Finochietto. Un día estábamos operando y pregunté si sabían quién era Finochietto. Todos me contestaron: “Sí, fue un famoso cirujano italiano”. Les aclaré que en realidad era argentino. A partir de ese momento, en la División de Trauma del Departamento de Cirugía se tiene una consideración distinta. También se conocen los avances en cirugía vascular que ha hecho el Dr. Juan Carlos Parodi, y el Dr. Carlos Pellegrini en cirugía esofágica. Además, es bien sabido en el ámbito médico que Argentina es el único país latinoamericano que posee Premios Nobel de Medicina.
¿Cómo podría afectar a esta valoración tan positiva la crisis del sistema educativo que vive la Argentina y que tanto afecta a la universidad y a los profesionales que se forman en ella?
Argentina posee un gran caudal científico, excelentes profesores y muy buenos profesionales con ansias de superación. Pero se encuentran con un sistema que los deja totalmente desprotegidos a merced de tendencias de mercado de oferta y demanda en la que se aceptan de manera indiscriminada a colegas de países limítrofes que no tienen necesidad de homologar sus títulos a los correspondientes argentinos. Argentina tiene las puertas abiertas para todo el mundo. Tenemos mucho que aprender del sistema educativo y profesional de los Estados Unidos. Aquí se protegen muchísimo entre ellos mismos; dentro de los hospitales de cada universidad se protegen a los estudiantes que han estudiado en ella para fortalecer su sistema de formación profesional. Primero están los estudiantes de la universidad de la que depende el hospital, después el resto de los ciudadanos estadounidenses, y finalmente estamos los extranjeros. Hay que luchar muy duro para poder entrar en el círculo.
¿Un sistema de castas?
Sí, porque ellos valoran mucho el esfuerzo de los suyos. Aquí cada estudiante de USC paga a lo largo de su carrera alrededor de 250 mil dólares, entonces es por eso también que se les da la prioridad.
Se calcula que al sistema educativo argentino le cuesta cerca de 20 mil pesos formar a cada profesional. Es lamentable que después de haber solventado los estudios de ese profesional
-por supuesto con dinero del pueblo- muchos después deban irse a trabajar al exterior, como es su caso. ¿Se ha planteado esto alguna vez?
Sí, y me siento impotente muchas veces, porque yo le debo muchísimo a la Argentina. Cada vez que me presento en todos lados lo hago como médico argentino, y me encantaría poder volver al país, pero lo que noto es que por diversas razones nadie se ha tomado en serio el tema de regular el sistema educativo. No se puede tener la cantidad de estudiantes crónicos que tenemos. No puede ser que los profesores vayan a dar clases porque les gusta. Aquí el enseñar en la universidad, como en mi caso, está dentro del contrato general. En argentina los profesores tienen que sacar plata de su bolsillo para pagar la nafta.
¿Qué hacemos con el exceso de estudiantes de medicina que se reciben en Argentina?
En Suecia hicieron un estudio para ver cuántos odontólogos necesitaban, y se dieron cuenta de que tenían muchos más de los necesarios. Entonces decidieron cerrar la Facultad de Odontología por tiempo indeterminado, que en un principio iba a ser por 10 años. Los que ya estaban cursando iban a terminar la carrera, pero no iban a ingresar más estudiantes hasta tanto comenzaran a jubilarse los que ya estaban trabajando, para no formar profesionales que iban a terminar desempleados. En Suecia no tuvieron problemas en hacerlo y acarrear con el costo político; en Argentina cada vez que se tocaba el tema de sistemas de admisión se armaba un escándalo. No hay examen de ingreso ni número máximo de ingresos, pero existe el CBC. ¿Qué es peor? Por eso creo que hasta que no haya una reforma universitaria importante, en la que se pongan de acuerdo los ministerios de Salud y de Educación, no va a haber solución.
En cuanto al sistema de atención casi socialista que tiene Argentina por el cual cualquiera puede ir a un hospital y ser atendido por un médico es excelente; aquí en Estados Unidos uno no se puede enfermar si no tiene cobertura médica, y eso lo considero una aberración. En Argentina tenemos eso a favor, pero no se le da el sustento necesario. Por eso hay que iniciar una reforma muy drástica en la que hay que invertir mucho dinero, con una mentalidad a largo plazo, para mejorar enteramente el sistema de salud.
¿Un poco siguiendo el modelo de países europeos como España o Italia, por ejemplo?
Claro; yo estoy muy de acuerdo con eso.
Con respecto a la situación laboral de los médicos ¿qué habría que cambiar?
En primer lugar, realizar un censo para determinar quiénes son los médicos argentinos que se graduaron de universidades argentinas, y darles prioridad laboral a ellos, para que no pase lo que mencionabas antes sobre el costo de formar un profesional para que luego tenga que irse del país. En segundo lugar, que no haya práctica dividida, que exista estabilidad laboral y salarios seductores para que el que elija la práctica pública sea a tiempo completo, y no tenga que trabajar el doble a desmedro de una buena práctica profesional y con mala calidad de atención. Es incomprensible que la gran infraestructura de un hospital público argentino sólo funcione cuatro horas por día, y que existan semejantes listas de espera para los pacientes. Este tipo de cambios no son difíciles de realizar, pero como decía mi padre, lo más difícil es empezar. Como requisito fundamental hay que dejar de tener mentalidad cortoplacista y crear programas a mediano y largo plazo.
Usted que conoce tanto la universidad argentina como la estadounidense ¿cómo las compararía de acuerdo a su calidad académica, más allá de las obvias diferencias en disponibilidad de recursos económicos e infraestructura?
Puedo hablar de cómo la dejé yo en el '94. A nivel académico considero que están a la misma altura, con la diferencia que aquí hay muchos menos estudiantes por profesor. Y pienso que eso a la larga beneficia al profesional que se forma.
Dejando la universidad de lado ¿cómo se puede superar la falta de recursos económicos y tecnológicos en un país del Tercer Mundo, como para que su sistema de salud funcione al menos para cubrir las necesidades sanitarias básicas de toda su población?
Creo que uno de los puntos más importantes es que cada hospital tenga una administración individual, centralizar lo que venga de los ministerios, y volcar un porcentaje más amplio del producto bruto del país al área de la educación y de la salud. Y no irse al extremo de privatizar todo como aquí. En el hospital público debe atenderse gratis toda persona que no tenga dinero, y aquella que sí tenga tendrá que pagar. Por otro lado, es necesario que las Obras Sociales cumplan con la parte que les compete, y sobre todo que los vueltos no vayan a ningún bolsillo de los funcionarios de turno, sino que terminen en compras de vacunas o medicación para la población de bajos recursos y hay que erradicar de una buena vez la desnutrición y la mortalidad infantil.
De acuerdo a un reporte reciente del Office of Minority Health (un ente que se encarga de estudiar la salud de las minorías raciales del país) para el año 2050 se calcula que cerca del 24.5% de la población de los Estados Unidos será de origen latino. Si se mantienen esas marcadas diferencias en cuanto al acceso de los ciudadanos a la salud y la educación, este cambio demográfico va a afectar en forma muy negativa las condiciones sociales y hasta económicas del país. ¿Qué hay que comenzar a hacer ahora mismo para no llegar a esta situación?
La respuesta la resumiría así: prevención y educación. Por ejemplo, aquí la gente con obesidad mórbida son en su mayoría latinos o afroamericanos, y es más frecuente cuanto más bajo su nivel socio-económico. Y la obesidad es el precursor de la diabetes, la presión alta, enfermedades articulares, etc. Las comidas más baratas, la “junk food”, son las que causan más enfermedades. Si a la gente se la educa se evitarían todas estas enfermedades que son potencialmente prevenibles.
Los ricos flacos y los pobres gordos...
Claro, y lo mismo sucede en cuanto a la gente que atendemos en trauma: es parte de la gran exclusión social. Esto lleva a que la gente tenga más problemas de salud a más temprana edad, y hace que muchos no lleguen siquiera a retirarse. Eso provoca un gasto doble para todos: menos productividad y más gastos en curar enfermedades. Más consumo de insumos y menos calidad de vida.
¿Cuál es su principal interés en lo que se refiere a la investigación científica?
Mi principal interés es todo lo relacionado con cirugía de trauma, desde el punto de vista epidemiológico, del shock, de cirugía de control de daños, cómo mejorar la atención durante la llamada “hora de oro”, que es la primera hora que transcurre desde que el paciente sufre el trauma. Hay muchas cosas que se pueden detectar y hacer durante esa hora, como por ejemplo la detección temprana de los signos de shock.
¿Y en cuanto a la cirugía oncológica, que es una de sus especializaciones?
En la parte de cirugía colorectal, me interesa la prevención y detección temprana del cáncer de colon. En ese sentido, en conjunción con los cirujanos colorectales Howard Kaufman, Adrian Ortega y Nir Wasserberg, y con el Dr. Peter Laird, especialista en biología molecular, estamos realizando estudios genéticos para lograr la detección temprana de los pólipos colorectales, debido a que muchos de estos pólipos suelen ser precursores del cáncer. Estamos tratando de desarrollar una técnica a través de la cual, con un simple examen de sangre, se puede saber si el paciente tiene pólipos o no, y no necesitaría realizarse una colonoscopía.
¿Cuál ha sido el avance más notable que se ha dado en el campo de la cirugía en los últimos cinco años?
Los cambios más importantes se han dado a nivel de lo que se conoce como cirugía mínimamente invasiva y dentro de ella la cirugía robótica.
Ahora mirando hacia el futuro ¿cuál puede ser el avance más significativo dentro del campo de la cirugía en los próximos cinco años?
El avance más significativo creo que será en términos de instrumental o prótesis. Hoy ya se ven avances en cirugía robótica, por ejemplo. En el caso de la cirugía de trauma hay muchos proyectos financiados por el Ejército, que son los más interesados en este campo. Ya existen cosas que hasta hoy parecían de ciencia ficción.
Si pudiera trasladar algo de la USC a las universidades argentinas ¿Qué llevaría?
Lo que trataría de llevar a la universidad argentina en general sería espíritu de trabajo, independencia total del gobierno, e implementar un nuevo sistema de admisión de estudiantes. Esas cosas las intentaría cambiar para que, como decían mis profesores, “la Universidad sea el templo de la razón en donde se discutan la ideas”.
¿Qué aparatito, qué elemento de la tecnología local se llevaría al regresar?
Me llevaría la camilla LSTAT. Se trata de una unidad especializada de transporte de pacientes traumatizados, para ser utilizada sobre todo en lugares remotos, como la Patagonia, en donde la gente accidentada tiene que ser trasladada a hospitales lejanos y corren riesgos de fallecer en el camino. En ella también se pueden realizar intervenciones quirúrgicas y dejar al paciente estabilizado hasta su destino final en un centro urbano especializado de trauma. Hasta podría llegar a Buenos Aires.
¿Bajo qué condiciones -otra vez, hablando en términos realísticos- regresaría a trabajar a la Argentina?
¡Qué pregunta...!
Supongo que se la ha hecho alguna vez.
¡Sí, muchas veces! Debería tener una posición en la que tenga la facultad de trabajar en la formación de los futuros profesionales de la medicina, y estar a cargo de un centro de trauma con participación en el entrenamiento de cirujanos en esta especialidad. Luego de toda la experiencia que he logrado aquí sería muy importante poder regresar a mi patria. Formarse afuera está muy bien, pero después hay que volcar los conocimientos en tu país. Siempre digo que en Argentina hay excelentes médicos, pero existen otras falencias y me gustaría aportar mi grano de arena para mejorar las cosas. Ø

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