El porteño Viggo Mortensen
Escucha tangos, toma el mate amargo, juega al fútbol y es hincha de San Lorenzo. Cualquiera diría que es argentino y porteño, pero no, es neoyorquino, de padre dinamarqués y madre estadounidense. Lo que ocurre es que se crió en Buenos Aires desde los tres años hasta los once, en donde su padre tuvo varios trabajos administrando campos.
Hoy, ya famoso, gracias a la saga del Señor de los Anillos, Viggo reside en Los Angeles y no deja de lado sus costumbres adquiridas en Bs.As. Lo único que le cuesta, es seguir a su equipo favorito, aunque la Internet lo ayuda bastante.
Su papel de Aragorn lo hizo famoso y le permitió volver luego de muchos años a su querida Buenos Aires en viaje de presentación de la película. Una vez en nuestra patria, siguió haciendo lo que más le gusta y, por supuesto, no perdió la ocasión de ver a su querido San Lorenzo, un sueño concretado, ya que cuando estuvo en nuestro país no había podido asistir nunca a la cancha.
El multifacético Mortensen es también pintor, músico, poeta y fotógrafo. Recorrió el barrio de La Recoleta, el cementerio, visitó el museo de Bellas Artes y recordó sus experiencias de chico, relatando que hoy, todo lo veía diferente, más pequeño; antes, la colina del parque la veía como una montaña.
También tuvo tiempo para hablar de la pobreza. Dijo que a todos los lugares a donde viaja, lo alojan en lujosos hoteles y lo llevan a lugares especiales en donde no puede ver la realidad de los sitios que visita, pero que él, en cada lugar, se sale un poco del protocolo y pasea por lugares no previstos, y así se da cuenta de la realidad que no se muestra. Aunque aclara que se ve pobreza tanto en Argentina, como en Brasil, como así también en Washington, capital de EE. UU., en donde se ve a mucha gente durmiendo en la calle.
Antes de dejar nuestro país se dio otro gusto: estamparle un sonoro beso en la boca a Susana Giménez.