Las vacunas contra el Covid-19 inyectan un microchip en la sangre de los vacunados; gracias a esa diabólica nanotecnología, Bill Gates, fundador de Microsoft, monitorea cada uno de nuestros movimientos y funciones corporales.
Un cabal conformado por altos funcionarios del Partido Demócrata trafica niños, los abusan sexualmente y hasta se los devoran en el sótano de una pizzería de Washington D.C.
Miles, o tal vez millones de votos, fueron hackeados por tecnología desarrollada por aliados del fallecido expresidente venezolano Hugo Chávez, durante las pasadas elecciones presidenciales que llevaron a Joe Biden a la Casa Blanca. En realidad, el ganador de las elecciones fue Donald Trump.
El fallecido hijo del expresidente estadounidense John F. Kennedy, John F. Kennedy Jr., está vivo, e iba a aparecer en Dallas para sumarse como vicepresidente de Trump en el 2024…
Las desopilantes teorías conspirativas pergeñadas durante los últimos años se han multiplicado. La mayoría de las veces solo encuentran eco entre gente de muy bajo nivel educativo y alto nivel de ingenuidad, y no revisten mayores problemas que la pérdida de tiempo -y frecuentemente también, de dinero- de quien las consume; otras, sin embargo, producen fatales consecuencias.
La primera que enumeramos llevó a mucha gente a desconfiar de las vacunas, condenando a la muerte a millones de personas que podrían haberse salvado.
La del cabal de pedófilos que devoran niños llevó a Edgar Maddison Welch, un hombre de 28 de años de North Carolina, asaltó a los tiros de su rifle automático la pizzería Comet Ping Pong, de Washington D.C., en donde según los autores de la teoría conspirativa se hallaban los niños que los demócratas mantenían como esclavos sexuales en un sótano. Tras ser apresado, confesó que quería comprobar por sí mismo que los niños estaban a salvo. Fue condenado a cuatro años de cárcel.
Trump y su abogado Rudy Giuliani se pasearon por medio centenar de cortes de todo el país denunciando el supuesto fraude electoral; sus denuncias fueron desestimadas en todas y cada una de ellas, incluyendo la propia Corte Suprema de Justicia. Decenas de los que asaltaron el Congreso de la Nación durante el fallido golpe de estado del 6 de enero del 2021 han sido juzgados y están cumpliendo sus condenas.
¿Y qué decir de los… cómo llamarlos… ingenuos que se pasaron dos días esperando bajo la lluvia la resurrección de Kennedy Jr? Bueno, al menos estos no mataron a nadie más que a su propia inteligencia.
¿Por qué creemos importante tratar el tema de las teorías conspirativas hoy en esta editorial? Porque en algún momento hay que entender que las mismas cruzan el límite de la estupidez para transformarse en un crimen.
Hace apenas unos días, un joven de 18 años fuertemente armado asesinó a balazos a 10 personas en un supermercado de un vecindario mayoritariamente visitado por afroamericanos, en un suburbio de Buffalo, Nueva York. Payton S. Gendron tiene apenas 18 años, y decidió vestirse con ropa militar, chaleco antibalas y una ametralladora Bushmaster XM-15 para matar gente de color, alentado por la “Great Replacement Theory”, una teoría conspirativa impulsada por grupos supremacistas blancos que propone que un grupo de poderosos políticos asistidos por agentes judíos está tratando de reemplazar a la gente de raza blanca por afroamericanos e inmigrantes del tercer mundo para promover sus políticas destructivas.
En agosto de 2019, otro seguidor de esta teoría supremacista asesinó a 23 personas, en este caso, la mayoría latinos, en una tienda de Walmart de El Paso, Texas. Un año antes, un hombre, aludiendo a la misma teoría, asesinó a balazos a 11 personas judías en una sinagoga de Pittsburg. Y los casos no terminan ahí.
El gran error es creer que se trata de “lobos solitarios”, como pretenden instalar varios supremacistas en los medios, incluyendo algunos políticos extremistas y populares comentaristas televisivos. En realidad, se trata de un fenómeno que excede incluso a las fronteras de nuestro país, y debe ser seguido muy de cerca por todos nosotros para evitar que matanzas aún peores que las arriba mencionadas lleguen a concretarse en el futuro.¤