Editorial • March 2019

El mantra del sueño americano hablaba de igualdad de oportunidades para todos, de alcanzar las más altas aspiraciones económicas, educativas, de libertad… Y la casita propia fue siempre el pilar de la construcción de ese futuro que cada uno diseñaba para sí; el lugar en donde uno formaría su familia, se afianzaría económicamente, y desde el cual se proyectaría hacia adelante.
Con el paso de los años, ese sueño se fue redefiniendo, adaptándose a los cambios de la sociedad impulsados por nuevos valores, la tecnología, la globalización… El progreso económico se ha ido centrando cada vez más en manos de cada vez más pocos, y entre los muchos cambios que eso ha provocado en los últimos años se encuentra el de que esa casita propia se imagine cada vez más lejana.
Un nuevo estudio del Harvard Joint Center for Housing Studies revela que, debido a los para muchos inalcanzables precios de las propiedades, los estadounidenses somos cada vez más “una sociedad de inquilinos”. Y para millones, hasta el alquiler de una vivienda adecuada se está volviendo una carga muy difícil de sobrellevar. “Básicamente se puede decir que estamos en una crisis de vivienda debido a que mucha gente no puede pagar un alquiler”, declaró Whitnet Airgood-Obrycki, una de las investigadoras asociadas de Harvard. Apenas una década atrás, más de dos tercios de la gente que alquilaba un departamento o pequeña casa familiar ganaba menos de $30 mil al año; es decir, alquilaba la gente de menos recursos. Pero en la actualidad el 62% de los inquilinos ganan entre $30 mil y $75 mil anuales. Comprar una casa es cada vez más difícil para la clase media estadounidense, por eso no les queda otra opción que alquilar.
De acuerdo a datos de la National Association of Realtors, en el 2013 una familia necesitaba ganar al menos $53 mil para comprar una casa; en el 2018 ese número se elevó a más de $67 mil. Los precios para comprar y hasta para alquilar una casa han superado varias veces la evolución del salario de los trabajadores locales.
El estudio de Harvard presenta otro dato revelador: desde 2010 hasta 2018 se han registrado 4 millones más de inquilinos, y el mayor crecimiento se ha dado entre la gente de clase media que más gana, incluyendo a millones de profesionales con educación universitaria y familias.
Hay varios factores que llevaron a la actual crisis de vivienda, más allá de la concentración del crecimiento económico en el 1% de la población; la construcción de viviendas ha caído notablemente a nivel nacional, lo que provoca una reducción del inventario para gente de clase baja o media, ya que por otra parte las compañías constructoras se han centrado en construir casas y departamentos de más categoría para gente de clase media-alta y alta. La lógica que exponen desde estas compañías es que es difícil que los inversionistas aporten sus capitales para la construcción de edificios de viviendas, a menos que sepan que van a poder generar importantes ingresos en alquilarlos.
Por supuesto, hay estados en donde los alquileres son más baratos que en otros, y dentro de esos estados hay zonas más y menos accesibles. El promedio nacional de alquiler es de $1473, lo que provoca que unas 370 mil familias gasten una buena porción de sus ingresos totales en pagar un alquiler.
Los investigadores esperan que los resultados de este estudio generen conciencia en la dirigencia política federal y de cada uno de los estados para fomentar la construcción de viviendas que la mayoría de los trabajadores estadounidenses puedan costear. Es decir, ni más ni menos que para dilatar la firma de defunción del mismísimo sueño americano. ¤