El Deterioro Implacable del Peso Argentino

Décadas de Devaluación, Impactan en la Vida Cotidiana de los Ciudadanos

“La política de Estados Unidos ha sido mala, pero la de los emergentes ha sido mucho peor. No hay cambios bruscos en la política monetaria estadounidense como sí los ha habido en la política monetaria argentina. Entonces, el beneficio de adoptar una moneda fuerte para Argentina es eso, justamente, que les evitaría seguir malas políticas monetarias internas. Tendrían menos ajuste, simplemente porque nuestra política resultará ser más estable que la suya”.
Milton Friedman, 26 de junio de 1973

El Premio Nobel de 1976 tenía toda la razón del mundo. La moneda argentina, el peso, atraviesa desde siempre una grave crisis de devaluación que afecta a la economía y la sociedad del país. La pérdida de valor del peso frente al dólar y otras divisas se debe a varios factores, entre los que se destaca la pésima praxis económica de todos los gobiernos que se suceden en el país. Ninguna es capaz de frenar la inflación, la emisión monetaria descontrolada, la falta de confianza, el déficit fiscal y la escasez de reservas, a la par de un endeudamiento fenomenal.
La devaluación del peso tiene un impacto negativo en la calidad de vida de los argentinos, que ven reducido su poder adquisitivo y su capacidad de ahorro. Los precios de los bienes y servicios aumentan constantemente, erosionando el salario real y generando incertidumbre. Muchos argentinos recurren al dólar como refugio de valor, pero el acceso a la divisa está tan restringido por un cepo estricto, que cada día es más difícil acceder a la moneda estadounidense. Esto genera una brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo o “blue”, que incentiva la especulación y el mercado negro.
La devaluación del peso también afecta al sector productivo, que enfrenta dificultades para acceder al crédito, importar insumos y competir en el mercado internacional. La falta de inversión y crecimiento a todo nivel limita las oportunidades laborales aumentando la pobreza e indigencia de forma descomunal. Esto, a su vez, genera un incremento de la inseguridad. La delincuencia se ha vuelto tan frecuente y agresiva, que las muertes en ocasión de robo se incrementan día tras día, sin respetar edades o profesiones. En las últimas semanas, se destacaron las muertes de una niña de 11 años que fue asesinada en la puerta de la escuela y la de un policía de la Ciudad de Buenos Aires frente a su familia.

La devaluación crónica de la Argentina

El peso, ese papel sin valor alguno, es el símbolo de una crisis que atraviesa todos los ámbitos de la vida nacional. De allí que los argentinos de a pie sufren las consecuencias directas de la devaluación permanente del peso en su vida diaria. Uno de los efectos más evidentes es la pérdida de poder adquisitivo. Los salarios y los ahorros en pesos han perdido valor constantemente, lo que significa que los ciudadanos deben destinar una parte cada vez mayor de sus ingresos para mantener su nivel de vida. La inflación desenfrenada significa que los precios de bienes esenciales como alimentos, medicamentos y servicios básicos se disparan, dejando a las familias luchando por llegar a fin de mes.
La interacción entre la inflación y la devaluación crea un ciclo destructivo. La devaluación reduce el valor del peso, lo que aumenta el costo de importaciones y bienes dolarizados. Esto, a su vez, se traduce en un aumento de los precios internos de productos y servicios. La población, sintiendo la presión de los precios en ascenso, exige aumentos salariales para mantener su poder adquisitivo. Estos aumentos salariales, a menudo, se convierten en una fuente de presión adicional sobre los precios, alimentando así el ciclo inflacionario.
Para los argentinos, la incertidumbre sobre el futuro del peso sigue siendo un tema recurrente. El deterioro de los ingresos es tan abismal que actualmente es la primera vez en la historia que empleados y empleadas con trabajo formal, estable y seguro… son pobres. En efecto, de acuerdo a sus ingresos se encuentran por debajo de la línea de pobreza.

La política de los extremos

Ante este panorama, muchos argentinos buscan alternativas políticas que prometan un cambio radical en el rumbo económico del país. Una de ellas es la propuesta libertaria de Javier Milei, candidato a presidente por el partido La Libertad Avanza. Milei terminó primero en las elecciones primarias del 22 de agosto pasado, al obtener el 30% de los votos y ganar en 16 provincias, algo que sorprendió a todo el mundo, porque ninguna encuesta previa lo había previsto.
Su discurso se basa en dos consignas simples. La primera, es criticar duramente a la dirigencia que ha gobernado el país desde el retorno de la democracia, a la que Milei denomina simplemente como “la casta”. La segunda, es “dolarizar” la economía al estilo de Ecuador o El Salvador. Además, plantea privatizar las empresas públicas, cerrar el Banco Central y reducir el gasto público “con una motosierra”.
Milei ha captado especialmente el apoyo de los jóvenes, que se sienten desilusionados con las opciones tradicionales y que son atraídos por su estilo provocador y desafiante. Sin embargo, sus propuestas también generan rechazo y polémica en otros sectores, que las consideran demasiado radicales y excéntricas, e imposibles de llevar a cabo, dado que para realizarlas debería cambiar muchas leyes y para ello necesitaría contar con una mayoría abrumadora de legisladores. Esto último es imposible porque, aun ganando en primera vuelta, no le alcanzarían los senadores y diputados que renuevan sus bancas para llegar a ser la fuerza dominante en el Congreso Nacional.
Mientras tanto, el peso sigue devaluándose y la pobreza e indigencia aumentan sin cesar. Para colmo, el narcotráfico ya está infiltrándose a niveles sin precedentes. Es amo y señor en una provincia importante como Santa Fe y se extiende sin pausa en el Conurbano, donde viven millones de personas.
Ojalá que Argentina recupere el rumbo y no se convierta en un narcoestado como Colombia, México y Venezuela.¤