Editorial • Febrero 2023

La hipocresía está presente en todos los estamentos de la sociedad y, quien más, quien menos, alguna vez actuó de manera hipócrita de acuerdo a la conveniencia de cada caso. La hipocresía, sin embargo, parece ser endémica de la política. Basta pensar en aquellos “luchadores” argentinos de la causa nacional y popular que dicen sentirse seguros y a gusto en las villas porteñas y bonaerenses, pero que viven en Puerto Madero y Recoleta, y son dueños de incontables campos, estancias y hoteles patagónicos como el más oligarca y terrateniente de los oligarcas y terratenientes argentinos. Los líderes gremialistas se suben a los palcos para gritar sus consignas por los derechos laborales, mientras que en sus oficinas negocian con los empresarios, traficantes y políticos una suculenta suma para sus cuentas bancarias en el exterior, y un aumento de tres pesos para sus agremiados.

Pero, para ser justos, no solo en Argentina la hipocresía es un requisito indispensable de la política de altas esferas. Hace un par de meses, nos había llamado la atención el caso de Glenn Thompson, representante republicano por el estado de Pennsylvania, quien se sumó a los miembros de su partido para oponerse a la iniciativa demócrata para asegurar a nivel nacional las garantías otorgadas al matrimonio de personas del mismo sexo. Tan solo tres días después de la votación, Thompson concurrió al matrimonio de su propio hijo… que se casó con un hombre.
Casos como este se dan más a menudo de lo que nos gustaría reconocer. Sin embargo, el escándalo causado en la actualidad por otro político local supera casi todo lo visto hasta aquí. Y ojo que hemos visto mucho…
Lo único que se sabe a ciencia cierta es que su nombre es George Santos, tiene 34 años, y ha sido elegido representante al Congreso por el tercer distrito de Nueva York por el partido republicano. Todo los demás, en este caso tan fascinante como repudiable, puede ser mentira.
Hablando ante la Reunión Anual de la Coalición Judía republicana en Las vegas, Nevada, Santos afirmó el año pasado que estaba muy orgulloso de sus abuelos, quienes habían sobrevivido al holocausto judío. No obstante, luego se descubrió que no hay indicios de que sus abuelos hayan sido ni judíos ni ucranianos, como había asegurado, sino que los registros genealógicos indican que sus abuelos nacieron en Brasil.
También declaró que durante los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York en el 2001, su madre, una supuesta ejecutiva financiera, “estaba en su oficina en la Torre Sur el 11 de septiembre”, y agregó que “falleció unos años después cuando perdió la batalla contra el cáncer”. El 12 de julio de 2021, Santos escribió en Twitter: “El 11 de septiembre cobró la vida de mi madre”. Luego se descubrió que los registros públicos de empleo muestran solo un empleador para su madre: Imports by Rose, una empresa con sede en Queens que cerró en 1994, y que encima ella se encontraba en Brasil el día de los atentados.
Santos alegó además que se había graduado de Baruch College con títulos en Economía y Finanzas en 2010, afirmando también que él era la “estrella” del equipo de vóleibol de Baruch. Pero los representantes de Baruch reportaron que no había constancia de que Santos estuviera en la clase de 2010, ni que haya formado parte del equipo de vóleibol.
Su biografía de campaña dice que trabajó en Goldman Sachs y Citigroup, pero los representantes de ambas compañías le dijeron al New York Times que no tenían registro de su empleo.
En otro segmento de su biografía de campaña, decía que dirigió una fundación llamada Friends of Pets United, que salvó a 2500 perros y gatos entre 2013 y 2018. Pero no hay cuentas de redes sociales asociadas a la organización, ni registros del IRS, ni evidencia de que la organización benéfica esté registrada en New York o Nueva Jersey, donde Santos aseguró haber operado.
Como si todo esto fuera poco, días pasados, la drag queen brasileña Eula Rochard, afirmó que era amiga de Santos en 2005 cuando él también actuaba como drag queen en el área de Río de Janeiro. Según Reuters, otro amigo dijo que Santos aspiraba a ser Miss Gay Río de Janeiro y que participaba regularmente en concursos de drag. Con respecto a su sexualidad, Santos afirma ser gay, pero niega haber formado parte de tales concursos.
Un poco más tarde, en el 2008, fiscales brasileños acusaron a Santos de fraude por robar la chequera de un hombre que empleaba a su madre y luego gastar casi $700 de esa cuenta robada. Poco después se mudó a los Estados Unidos y, según los informes, dejó de responder a las autoridades brasileñas sobre este caso.
Todas estas increíbles fabulaciones del novato representante están ahora siendo investigadas por el fiscal de distrito del condado de Nassau, la oficina del fiscal general del estado de Nueva York y los fiscales federales en el Distrito Este de Nueva York.
En fin, para sintetizar, podríamos recurrir a Larry Sabato, director del Centro de Política de la Universidad de Virginia, quien señaló que la hipocresía “Es una función de nuestra extrema polarización partidista y, realmente, justifica cualquier cosa”. “La hipocresía”, concluyó, “es el alma de la política”.¤