Las razones biológicas, fisiológicas y técnicas del porqué un vehículo en movimiento produce en algunos pasajeros, especialmente niños y adolescentes, algún tipo de malestar e inconveniencia conocido como “motion sickness” o “car sickness”
“El cerebro de una persona sentada en el asiento de atrás de un auto en movimiento” explica el Dr. Michael Cohen, otorrinolaringólogo de la Universidad de Harvard, “recibe señales cruzadas, incongruentes, al punto de entrar en conflicto cuando lo que sus ojos ven no corresponde a lo que su oído siente desde el sistema vestibular auditivo, el cual opera en forma sincronizada”. Es decir que “este sistema se comporta como el órgano del balance y equilibrio de nuestro cuerpo, ya que sus tres canales semicirculares contienen fluidos e imperceptibles células capilares, las cuales sensibilizan y detectan la dirección en la cual el cuerpo está moviéndose”, agrega el Dr. Cohen.
“Cuando el cerebro del viajero enfrenta tal información conflictiva, ambivalente, le produce un efecto de malestar general y náuseas”
“Los seres humanos han desarrollado un fuerte reflejo de conexión entre el oído interno y el tejido muscular que controla la posición de cada ojo”, de tal manera que sus globos oculares podrían estar focalizados en un lugar determinado dentro de la visibilidad ambiental mientras usted está viajando y expuesto a cambios inusitados de dirección y en movimiento.
Conflictos de información sensorial
La percepción somática, o sea el sentido de la posición de cada parte de su cuerpo (proprioception), explica el Dr. Cohen, “es un sistema basado en células sensoriales localizadas en las articulaciones y los músculos de nuestro cuerpo, las que complementan nuestro conocimiento tempo-espacial para saber dónde está nuestro cuerpo”.
“Los tres canales semicirculares del sistema vestibular del oído”, agrega, “operan en armonía y sincronización y cuando la persona viaja en un vehículo sucede una disonancia perceptiva cognitiva. Es así que, si su niño está sentado en el ‘car seat’ sobre el asiento de atrás, él ve el asiento que está delante de él, y si el vehículo dobla a la derecha o la izquierda, el oído interno del niño le dirá que él se está desplazando aunque la percepción visual y el sistema somático del equilibrio le dirá que él no se está desplazando”.
Es así que, cuando el cerebro del viajero enfrenta tal información conflictiva, ambivalente, le produce un efecto de malestar general y náuseas. Los científicos aún no entienden la razón del porqué la náusea es la respuesta a aquella percepción conflictiva, aunque existen teorías que la explican.
La náusea como mecanismo de la salud
Cuando una persona ingiere una sustancia tóxica, su cerebro recibe señales conflictivas y entonces retroalimenta ese mecanismo respondiendo con un mensaje urgente para la devolución del material tóxico ingerido. “La náusea y luego el vómito constituyen un mecanismo infalible de seguridad para la salud”, afirma el Dr. Cohen.
Los científicos sostienen que los niños entre los 2 y 12 años tienen los sistemas somáticos de percepción muy sensibles. Y esto se explica porque a medida que el cerebro va desarrollándose, simultáneamente va acomodándose a un mecanismo de sobrevivencia y ya no es tan susceptible a la información incongruente.
Recordemos cuando los padres llevan a sus hijos pequeños a una consulta médica, sin saber ni imaginarse siquiera de la complejidad de este malestar tan común. El médico seguramente lo referirá al especialista y sobre todo deberá aplicar el protocolo adecuado para estas circunstancias, o sea, verificar que este síntoma de malestar (causado por el auto en movimiento) no esté conectado con la pérdida de la audición, sonidos y mareos adyacentes, los cuales podrían sugerir otros problemas.
Recomendaciones para que los pasajeros reduzcan este malestar
- Para los pequeños:
Elevar su “booster seat” junto con su cinturón de seguridad en el asiento de atrás para que su visión esté alineada con la visibilidad de la ventana frontal.
- Para los adolescentes:
Ellos deben sentarse en el asiento del frente (al lado del conductor) para que su visibilidad sea paralela a las directivas y maniobras del conductor.
Se ha comprobado que el sentarse en el asiento de atrás, especialmente al lado de la ventanilla, puede ser un detonador para los que sufren de “motion sickness” ya que el seguimiento visual a través de la ventanilla lateral puede modificar el movimiento de los ojos semejante al movimiento que los ojos ejecutan cuando leen las líneas de un texto en un libro, que van de arriba hacia abajo y viceversa.
Sugerencias preventivas del “motion sickness”
El Dr. Michael Cohen sugiere a los padres de los niños con estos síntomas que si van a realizar un viaje corto, que el niño tenga su estómago vacío, y si es necesario darle un snack, que éste sea algo simple y fácil de digerir.
Los alimentos que contengan jengibre (ginger) son los más recomendables para controlar las náuseas que provienen de la inflamación, aunque el jengibre no reduce el malestar causado por el auto en movimiento, el cual resulta por las señales conflictivas en el cerebro, sostiene el médico.
Estudios paralelos sugieren que la estimulación sensorial podría ayudar a demorar a que esa información sensorial obstructiva llegue al cerebro y para ello, él recomienda “dar al niño una golosina, o abrir la ventanilla para que respire aire fresco o hacerle escuchar música, lo cual podría contribuir como un camuflaje para que la mente se distraiga y demore aquel malestar originado por el movimiento del auto”.
No es recomendable usar las pantallas digitales (teléfonos, tabletas), sostiene el Dr. Cohen, y recomienda la música como la mejor alternativa.
“Se recomienda dar al niño una golosina, o abrir la ventanilla para que respire aire fresco o hacerle escuchar música”
Yo recuerdo cuando los autos no tenían el GPS (Global Positioning System) mi esposo me pedía que le leyese las direcciones del mapa de google mientras viajábamos… Al ratito nomás, yo comenzaba a sentir todo lo que he descripto. Es horrible. Y aunque los estudios estadísticos no incluyen a adultos, yo les puedo asegurar que sí nos afecta también a muchos mayores, y se pasa cuando nos bajamos del auto, respiramos aire fresco y recuperamos el sentido somático del balance.¤