En la última década del siglo XX se produjo un movimiento de reivindicación de Lola Mora, después de haber sido olvidada por muchos años.
Esta gran escultora regresó varias veces a la Argentina a llevar adelante las grandes obras para las que había sido contratada. El encargo de las mismas fue la cara de su carrera; la ceca, todos los inconvenientes que tuvo que afrontar para la ubicación de sus emprendimientos ya realizados. Uno de los casos fue lo relativo a la realización del monumento a la bandera nacional en Rosario, cuyo boceto preparó en 1903 y que fuera aprobado. Cuando las siete piezas que componían el conjunto llegaron en 1923 a esa ciudad fueron depositadas en la Plaza General Belgrano. Luego las dilaciones y controversias creadas por políticos y burócratas discutiendo sobre estética durante dos años, llevaron a emplazar aquellas en distintos lugares de la ciudad.
Pasaron muchos años hasta que se resolvió encargar el monumento a la Bandera Nacional al arquitecto Angel Guido, quien lo llevó a cabo con la colaboración del arquitecto Bustillo y los escultores José Fioravanti y Alfredo Bigatti. La inauguración de aquél levantado en las Barrancas del Paraná tuvo lugar en 1957. Por último, y como reconocimiento de lo que decíamos al principio, por resolución de la Municipalidad, las obras de Lola Mora fueron reunidas y colocadas en un gran espejo de agua cuadrangular junto a ese colosal canto a la patria realizado en mármol de San Luis sin patinar. Se realizó la inauguración del denominado pasaje Juramento que une el monumento con la Plaza 25 de Mayo, frente a la Catedral y el Municipio, el 27 de febrero de 1999.
Algo similar ocurrió con las efigies de los cuatro próceres que debían haberse emplazado en el hall del Congreso Nacional, las que tuvieron otro destino. La de Facundo Zuviría fue inaugurada en febrero de 1923 en el parque San Martín de la ciudad de Salta, sin mencionar a la escultora. El mismo silencio, cuando en 1929 se inaugura en Corrientes la de Carlos María de Alvear. Y eso vuelve a suceder en 1930 cuando se coloca en el parque Mayo de San Juan la de Narciso Laprida. La cuarta dedicada a Fragueiro se la llevó a Córdoba, sin que se sepa la fecha de su traslado.
El único gran trabajo que deparó alegrías a la escultora fue el monumento a Nicolás Avellaneda. Su boceto ganó el concurso convocado por la municipalidad de Avellaneda para honrar al estadista en la plaza que lleva su nombre. El 8 de junio de 1913 se realizó la inauguración, a la que asistió el presidente de la República, Roque Saenz Peña y las mas altas autoridades, con un extraordinario eco por parte del pueblo, la crítica y los comentarios periodísticos.
Este monumento que puede apreciarse hoy en su emplazamiento original, está constituido por un pedestal sobre el que Avellaneda está en actitud de hablar al público. Lo acompañan una alegoría de “la Oratoria” apoyada sobre un león, tratando de colocar una corona de laureles en la frente del prócer. Completan la obra dos figuras: “La Capitalización” y “El Genio Alado de Avellaneda”.
Lola Mora dio muestras de ser una gran argentina. Cuando gana el concurso para un grupo escultórico en homenaje a la reina Victoria de Inglaterra para emplazarse en Australia, se le puso como condición, renunciar a la ciudadanía argentina para que adoptara la australiana, puesto que configuraba un homenaje del pueblo de Australia a su soberana. Lola no aceptó y resignó el premio y la realización de la obra.
El gran reconocimiento nacional llegó en noviembre de 1997, con el proyecto presentado por la diputada y profesora Fanny Ceballos de Marín ante el Congreso de la Nación, con lo cual se dispuso la institución del l7 de noviembre, día del nacimiento de Lola Mora, como Día Nacional del Escultor.
A su vez en 1996, el director de cine Javier Torre realizó su “Lola Mora”, su mejor película hasta el presente, y le dio a Leonor Benedetto el rol de su vida, asistida por un reparto de veteranos: Alberto de Mendoza, Víctor Laplace y China Zorrilla.
“Lola Mora” es melodrama, pero plasmado con inteligencia y sobriedad; Torre y Benedetto comprenden y hacen comprender a la gran escultora.
La mas grande obra de Lola fue la fuente que se encuentra en la Costanera Sur. Aunque en la base del grupo escultórico hay una leyenda que dice “Fuente de Las Nereidas”, el pueblo de Buenos Aires desde su inauguración la conoció y mencionó como “La Fuente de Lola Mora”. Ø