Dentro de pocos meses se llevarán a cabo elecciones presidenciales en la Argentina. Muchos politólogos, comentaristas y encuestadores vaticinan que la nueva administración dará origen a un gobierno distinto. Nada nuevo en la historia de nuestro país, porque siempre cada mandatario que se sienta en el sillón presidencial de Rivadavia se considera un “iluminado” que refundará la república para conducirla a un lugar privilegiado en el concierto de las naciones, con progreso, igualdad, educación, seguridad, y trabajo.
Esta es una sempiterna particularidad de nuestra nación, independientemente del sexo del presidente que asuma democráticamente. Actualmente se ven spots televisivos de todos los candidatos que muestran un país imaginario, ideal, casi del primer mundo, al que conducirán a la Argentina si logran triunfar. En los mismos se ven fábricas de punta en rubros tecnológicos y científicos, una maravilla, un sueño hecho realidad. Los que tenemos varios años a cuestas sabemos que eso es pura utilería, escenografías de Hollywood, porque en el país hace décadas que no hay verdaderas fábricas, sino meras ensambladoras de origen multinacional y que los pocos científicos que aún no emigraron en busca de mejores horizontes trabajan con recursos mínimos y equipos obsoletos.
Lo más probable es que, independientemente de cual sea la fórmula ganadora, sigamos a toda máquina hacia el mismo destino que marcaron nuestros padres fundadores en el siglo XIX: un país agrícola-ganadero-minero, exportador de materias primas e importador de tecnología y productos elaborados, anhelando una revolución industrial que nunca tuvimos.
Discapacitados al poder
Sin embargo, dentro de toda esa propaganda política hay algo extraordinario para destacar que no se señala en ningún aviso de campaña. En las dos fórmulas presidenciales con mayores posibilidades de triunfar se postulan candidatos discapacitados. El actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, como candidato a la presidencia, y la senadora por la ciudad de Buenos Aires, Gabriela Michetti, a la vicepresidencia, en listas opositoras.
Caber recordar que Daniel Scioli perdió su brazo derecho en una carrera de motonáutica y Gabriela Michetti quedó parapléjica en un accidente automovilístico. Lo admirable de ambos es que después de haber padecido esas serias discapacidades motrices continuaron sus vidas con más empuje que nunca. Los dos comenzaron carreras exitosas en la política ejerciendo cargos ejecutivos. Scioli fue vicepresidente de la Nación antes de ser Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Michetti se desempeñó como vicejefa del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Lo admirable de ambos es que después de haber padecido esas serias discapacidades motrices continuaron sus vidas con más empuje que nunca
Mientras miles de personas que pasan por circunstancias parecidas se deprimen y aíslan, renunciando a sus sueños, ellos no bajaron sus expectativas. De hecho, las subieron, y gracias a sus capacidades intelectuales y fortaleza interior lograron sobreponerse a dificultades inimaginables. Siguieron progresando sin parar y aún esperan continuar su marcha ascendente, a menos que se produzca una anormalidad electoral y gane un candidato de otro partido, ambos, en un futuro cercano, podrían ejercer la presidencia de la Nación: Daniel como titular permanente o Gabriela de suplente ocasional.
Lo más maravilloso de esta situación es que a ninguno de los dos se los ve como víctimas del destino. Son políticos de raza, ejecutivos, emprendedores. Gabriela Michetti se moviliza en una silla de ruedas con soltura y por eso nadie la ve como una discapacitada.
Ellos son un verdadero ejemplo para todos. Y para los que somos discapacitados, aún más, porque el que escribe esta nota es discapacitado y sabe lo que eso significa, dado que debe afrontar situaciones problemáticas diariamente.
Mientras tanto, los intelectuales K se ríen
Hace poco tiempo en la Biblioteca Nacional se reunieron los mayores intelectuales del kirchnerismo enrolados en la agrupación autodenominada Carta Abierta para escuchar al precandidato presidencial del Frente para la Victoria, Florencio Randazzo, actual ministro del Interior y Transporte. En esa oportunidad, el contador Randazzo brindó un discurso militante ante su propia tropa, es decir, intelectuales ultra kirchneristas de prestigio académico. En uno de los tramos de su alocución no pudo evitar referirse a su principal contrincante de las internas dentro del mismo partido -Daniel Scioli- a través de un acto fallido: mencionó que si él (Randazzo) no llegaba a ser presidente de la Argentina el proyecto nacional y popular kirchnerista-Cristinista se quedaba “manco”. Esta referencia directamente dirigida a la discapacidad del gobernador Scioli despertó grandes carcajadas en el auditorio. Y el ministro las avaló, incluso riéndose alegremente.
Alguien que no es discapacitado y se burla públicamente de un discapacitado exitoso ahora se hace presentar por intermedio de su madre como un “discapacitado virtual”
Afortunadamente, la Presidenta de la nación le bajó el pulgar a este funcionario discriminador y lo borró de la escena política de un plumazo. Dejó de ser precandidato presidencial del Frente Para la Victoria y ahora es solo un ministro en ejercicio, pero pintado. Increíblemente y evocando las palabras de Diego Maradona en el mundial de fútbol en los Estados Unidos, la madre de Randazzo ahora se queja a través de los medios de comunicación argumentando: “Creo que a mi hijo le cortaron las piernas”.
Qué extraño giro del destino, ¿no? Alguien que no es discapacitado y se burla públicamente de un discapacitado exitoso ahora se hace presentar por intermedio de su madre como un “discapacitado virtual”. Como si fuera una fallida copia de Gabriela Michetti en una silla de ruedas.
La siguiente carta, de mi autoría, sobre ese incidente repudiable fue publicada en el diario Clarín:
¿Por qué se burlan de nosotros, los discapacitados?
“En mi condición de corresponsal extranjero y escritor discapacitado repudio el vergonzoso episodio de la Biblioteca Nacional. No entiendo cómo los ‘intelectuales’ allí reunidos pudieron llegar a esa situación y menos en ese lugar. Que el ministro Florencio Randazzo haya cometido un acto fallido lo acepto. Somos humanos y todos cometemos errores. Lo que no puedo admitir es que ante las carcajadas que originaron sus dichos ese candidato presidencial se riera alegremente, exultante, sin intentar serenar los ánimos. Por lo menos, Ricardo Forster tuvo la dignidad de reconocer su error y de disculparse. Que el gobernador Daniel Scioli ejerza un cargo público del mayor nivel es admirable. Y que se postule a la presidencia del país es el mayor incentivo que podemos recibir los que padecemos una discapacidad. Es un ejemplo real y concreto de lo que se puede alcanzar con voluntad y perseverancia. Nos demuestra que no hay obstáculos infranqueables y que todo es posible. Incluso para nosotros. Recibir burlas y carcajadas de un público que se autodefine como educado y culto es doblemente ofensivo, para el gobernador Scioli en particular y para todos los que somos discapacitados en general. Por el bien de nuestro país, espero que algo así nunca más se repita. Todavía hay tiempo para pedir disculpas, que personalmente no dudaré en aceptar”. Hasta ahora no recibí ninguna disculpa
Tanto Daniel Scioli como Gabriela Michetti son dos ejemplos inspiradores para los que somos discapacitados. Nos motivan a seguir sorteando obstáculos para progresar. A mí y a los millones de personas con capacidades diferentes que viven en nuestro país y en el mundo. ¤