El Regimiento de Patricios tuvo su origen en el cuerpo miliciano formado el 15 de septiembre de 1806 en Buenos Aires con motivo de las Invasiones Inglesas y respondiendo a las proclamas del virrey Santiago de Liniers y Belmont del 6 de septiembre de ese año que invitaba a todos los ciudadanos a armarse contra el enemigo. Así nació la Legión de Patricios Voluntarios Urbanos de Buenos Aires frente a la inminencia del peligro.
Era un cuerpo de infantería formado por hombres libres y con vínculos con la ciudad. Como todos los demás cuerpos, tuvieron el privilegio de elegir por sí mismos a sus jefes y los patricios nombraron como su comandante a Cornelio Saavedra.
Tuvieron una actuación destacada en la defensa de la ciudad frente a la segunda Invasión Inglesa y vieron aumentado su prestigio al vencer, tanto militar como políticamente, la revolución de Martín de Álzaga en enero de 1809. Desde entonces fueron una fuerza con la que se debía contar para cualquier empresa política, al punto que su participación fue esencial para lograr el éxito de la Revolución de Mayo; por supuesto, su prestigio se vio aumentado por la llegada de Saavedra a la Presidencia de la Primera Junta.
Los opositores a Saavedra, dirigidos por Mariano Moreno, intentaron debilitar la fuerza de los regimientos leales al presidente formando otros dirigidos por ellos. La renuncia y posterior fallecimiento de Mariano Moreno y la exitosa revolución de abril de 1811 llevó todo el poder a manos del presidente de la Junta, la que ampliada con los diputados del interior, se denominó Junta Grande.
Pero la crisis causada por serias derrotas militares, sobre todo con la batalla de Huaqui, debilitó el poder de la Junta; Saavedra partió hacia el norte del país a ponerse al frente de la defensa, oportunidad que aprovechó el Cabildo de Buenos Aires para forzar a la Junta a ceder el poder a un primer Triunvirato plenamente porteño.
El Triunvirato, receloso de cualquier poder que pretendiera ponerle trabas, vio en el Regimiento de Patricios un peligro.
Por ello decidió modificar su estructura transformando al cuerpo de milicias en un regimiento de línea. Eso significaba que los soldados eran obligados a prestar servicio donde se les destinara sin límite de tiempo y a cambio de una remuneración acordada por el gobierno. Como primera medida nombró como comandante del cuerpo a Manuel Belgrano, sin consultar para nada a los soldados ni a sus oficiales. Belgrano había sido mayor de ese regimiento, pero se decía que estaba resentido con él, por no haber sido nombrado comandante en 1806.
En la noche del 6 de diciembre de 1811, el general Belgrano hizo una visita al cuartel, recibiendo la noticia de un principio de insubordinación que había estallado entre los soldados. El oficial que los había enfrentado los había amenazado con cortarles el pelo, lo que significaba eliminar su aristocrática coleta o trenza.
Belgrano no vio mayores movimientos, pero apenas una hora después se le comunicó que había estallado un motín. Los soldados se apoderaron de la guardia y del arsenal del cuartel, expulsando del mismo a los oficiales. Belgrano fue rechazado e informó de los hechos al gobierno.
Los soldados, acaudillados por sus cabos y sargentos, presentaron un petitorio en el que exigían:
1º Que se los trate como fieles ciudadanos libres y no como tropas de línea.
2º Pedían al Sr. Don Antonio Pereyra por coronel del regimiento, excluyéndose a Manuel Belgrano.
3º Pedían por mayor del regimiento a Don Domingo de Basavilbaso, excluyéndose a Don Gregorio Perdriel.
4º Que se extinga el ayudante Don Pedro Banfi.
5º Que fueran indultados todos los presos que existían en sus calabozos.
6º Se asegura la vida de VS.
7º Que se asegure las de ellos bajo palabra de honor.
8º Hasta proveer la resolución de VE queda apresado como rehén Don José Díaz.
El triunviro Feliciano Chiclana recibió el petitorio, pero puso como condición que antes de proceder a su estudio el regimiento debía deponer las armas. Interpretando que la aceptación de esa condición hubiera sido rendición sin alterar las garantías exigidas, esto fue rechazado. Las tropas de los demás regimientos cercaron al cuartel de los patricios, que estaba peligrosamente rodeado de edificios. Tras las mediaciones infructuosas de J. J. Castelli y del obispo Benito Lué, el gobierno ordenó reprimir el motín.
La represión, rápida, violenta y efectiva, estuvo a cargo del coronel José Rondeau y del teniente coronel Miguel Estanislao Soler. El cuartel fue atacado por sus cuatro costados e incluso hubo tiroteos involuntarios entre las numerosas fuerzas de atacantes. Finalmente los rebeldes fueron dominados. No se informó del número de bajas entre éstos, pero en cambio se informó que los atacantes tuvieron 8 muertos y 35 heridos.
Pocos días después, 10 soldados y suboficiales fueron condenados a muerte como cabecillas del motín, fusilados y colgados en la vía pública el 11 de diciembre.
El regimiento pasó a ser de línea y sus soldados condenados a servir en él por muchos años. Todo el control de la fuerza militar pasó al Triunvirato. Como consecuencia secundaria, el gobierno acusó a la Junta de Observación, especialmente al Deán Funes, de haber apoyado el motín. Por orden directa del Triunvirato, los diputados del interior fueron expulsados de la Capital.
Se trataba de un avance hacia la concentración del poder del Triunvirato, pero especialmente de un avance del pretendido derecho de la capital de gobernar a todas las provincias sin consultarlas para nada. Funes fue sometido a un interminable juicio como promotor del motín; como no se le pudo probar nada fue finalmente beneficiado por una amnistía el 8 de octubre de 1814. No hubo condenas, pero quedó claro que se había pretendido castigar a quien había querido poner algún freno al gobierno porteño.
Generalmente, el motín es interpretado como una revuelta pintoresca por culpa del corte de unas trenzas. Los historiadores revisionistas tienden a interpretarlo como un movimiento antiporteño y antibritánico, el origen de nuestras guerras civiles. Para José María Rosa fue una reacción popular contra los minoritarios revolucionarios.
También es posible que se haya tratado de una revuelta contra la pérdida de su categoría de milicianos voluntarios y libres por orden del gobierno, aunque éste lo haya ordenado por razones políticas.©